Domingo Hernández llevó a Pamplona una corrida indecorosa por inadecuada para la Feria del Toro. A algunos de los toros les faltó trapío y varios de ellos tenían los pitones sospechosamente dañados, y no diré “afeitados” porque eso lo tienen que decir los veterinarios previo examen de las astas.
Como colofón a esta serie de billetes sobre las corridas de San Fermín 2015, me voy a permitir unas puntualizaciones necesarias para los que en el encierro de Domingo Hernández y Garcigrande vieron una percha en la que colgar la justificación de su defensa de los moruchos descomunales que en vez de embestir topan, y siempre por arriba queriéndoles arrancar la cabeza a los toreros. Puntualizaciones también válidas para quienes quizás no acabaron de entender mi opinión porque la quise caramelizar, y evidentemente eso no es lo mío.
Es cierto que Domingo Hernández llevó a Pamplona una corrida indecorosa por inadecuada para la Feria del Toro. A algunos de los toros les faltó trapío y varios de ellos tenían los pitones sospechosamente dañados, y no diré “afeitados” porque eso lo tienen que decir los veterinarios previo examen de las astas de los toros lidiados. Pero lo uno no quita para lo otro. No es de recibo que Hernández llevara a la feria pamplonica el saldo que llevó ni que haya quienes quieran meternos en la cabeza que la salvación de la Fiesta está en los “escolares”, los “adolfos”, los “cuadris” y los condesos del Arenal.
De cualquier modo, El Juli, siendo la figura señera del toreo actual que es, no debió permitirse comparecer en Pamplona con una corrida como la de Hernández y Garcigrande. Y siento decirlo porque todos sabemos que al maestro de San Blas le sobran capacidad, arrestos y conocimientos para poderle y cortarle las orejas a todo lo que salga por la puerta de toriles. Aparte de que colar en Pamplona una corrida como la penúltima del serial es una injusticia para los demás toreros, y sobre todo una ofensa para los ganaderos que preparan escrupulosamente sus comparecencias en esa plaza. Así no vamos a ningún lado. Así nos ganan los antitaurinos. Y ya se está viendo lo que son capaces de hacer para borrarnos del mapa, si algún día se alzan con el poder suficiente.
Estoy seguro de que El Juli a estas horas está lamentando haber caído en tamaño error. Pero ahí sigue la plaza de la capital de Navarra, y para reconciliarse con ella le bastaría con anunciarse con seis de Fuente Ymbro, Miura o Victorino para él solo, en una corrida extraordinaria.
Tampoco yo debí tratar de criticar la corrida de referencia sibilinamente –basta releer mi crónica al respecto para comprobarlo-, porque de sobras sé que a mí sólo se me entiende cuando escribo en corto y por derecho. Lo mío es la vía directa caiga quien caiga y salirme de mi estilo no conduce a hacer las cosas distintas de como son.
