Cansinos, reiterativos, amorales en su mayoría, sin cuestiones de más provecho social por delante, así son los antitaurinos, ahora crecidos por las atenciones que les prestan los grandes medios de comunicación, más que creyentes de una u otra opción, a los medios me refiero, buscadores de polémicas que faciliten el acceso a la mina de la audiencia, de tal manera que un día tocan jotas y otro peteneras bajo la bandera de la pluralidad ideológica, su gran mentira. Y en medio de todo, el toreo y los aficionados, jodidos, machacados en sus derechos y en sus intereses, inmovilizados por la falta de oficio en estos menesteres de guerrilla mediática a la que no estaban acostumbrados porque lo natural, lo propio, lo familiar, lo próximo nunca tuvo necesidad de defenderse salvo invasión llegada del exterior como ha acabado sucediendo ahora.
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