Un hombre levanta a un caído del suelo, le sacude la ropa, casi le pone un piso. Lo besa sin sexo. Y éste le acusa de violencia.
Me ha pegado. Me jodió el trajesastre. Me acosó sexualmente. Daños y perjuicios. Cárcel. Que lo excomulguen, lo inhabiliten, lo apedreen a lo islamista o le den quinientos latigazos a lo saudí. Eso puede pasar. Moraleja. Al caído que le vayan dando. Que se quede ahí tirado, no sea que mi buena acción vaya a ser reconocida con cinco años y un día. Este país es así, no les quepa duda. El civismo está penado por el incivismo. Moeckel y sus huestes lo saben.
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