La Fundación (del Toro de Lidia) avanza. No se trata de una logia ni una obra de teatro ni un contubernio ni una sociedad secreta, advierto para desinformados y reacios, se trata del organismo esperado, el necesario, apellídenlo como prefieran, puente desde el que debe dirigirse el rescate de la Tauromaquia secuestrada en los últimos tiempos por un cúmulo de intereses, circunstancias y derivas sociales que la están/nos están llevando al borde de la desaparición. Es la gran noticia de la semana. Llega cuando el toro del tiempo ya nos lleva prendidos por la faja. No cabía por tanto demorarlo más y es por lo que su aparición adquiere rango de quite providencial. La esperábamos, a La Fundación, con inquietud y desazón, tal era/es el cerco y el agobio a que nos tienen sometidos poco menos que por tierra, mar y aire un eje político-económico que a falta de ideas para el progreso y el bienestar han estado bombardeando confusión. Su persistencia dejaba a la Tauromaquia sin más caminos en el horizonte que el de una resistencia numantina a la espera de no se sabe bien qué profeta redentor. Así que La Fundación, que ya ha comenzado a actuar, vuelve a darnos esperanzas, enciende la luz y apaga ese tic tac tic tac que habían puesto en marcha los amigos de la desmemoria, la mentira y alienación que parece haber cambiado de acera, gentes que prohíben desde el desconocimiento por el gusto de prohibir. Por todo ello no se podía esperar más en salirles al frente, era ya o no será nunca.
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