Contra la incertidumbre, la evidencia. Posiblemente esa sea la respuesta de la Tauromaquia al 2016. En medio de un panorama político que puede llevarnos a un nuevo proceso electoral, metidos en causas secesionistas, con un cambio social quién sabe hacia qué lugar, el toreo ha de responder con su certeza. Con la evidencia de que formamos parte de una actividad plagada de defectos, sí, pero con la mayor de las virtudes: su existencia vigente en el tiempo. Somos lo que no se ha ido en muchos siglos.
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