Si tuviésemos que atarnos a las tradiciones navideñas esta columna debería estar dedicada a los Reyes Magos. Y no crean que pediría toreros inspirados ni toros descomunales ni bravos ni plazas llenas ni suerte que en este planeta/toro estamos acostumbrados a asumir la que nos viene de natural, unos días a favor, otros de contra. La carta sería bien sencilla, de apenas una frase, un grito, algo así como ¡Que nos dejen en paz! Sería un gran adelanto si lo consiguiésemos. En estos momentos no habría mayor prebenda ahítos como estamos de ataques y desconsideraciones, también de ayudas envenenadas. Paz y respeto, es lo que pedimos y lo que necesitamos la gente del toro e incluyo profesionales y aficionados, no más que eso.
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