La vida es un parte constante. Parte meteorológico, no se retrotraiga nadie a la terminología informativa de tiempos que pensábamos superados. Veamos. Tormenta en las altas esferas del Estado, más teatro que nueces en la lidia política que lleva tiempo bordeando el gran petardo cual Cagancho en Almagro, por poner un ejemplo de hecatombe; rachas de pedrisco anti que no cesan, siempre al ritmo e interés de las escaletas de más de una televisión que se declara, pura falacia, progresista cuando no son más que pescadores de audiencia sin sentimientos. Febrero se nos está yendo de las manos sin muchos avances en la defensa de la Fiesta y con unas señas de lo más fuleras. Sigo con el parte meteorológico. Frío real, con lo que perjudica eso, en las calles festivas de Castellón, que ha vivido sus vísperas feriales con una ilusión primaveral de las que no se recuerdan y de las que tanta falta hacen. Todo por ese reto de estoquear seis novillos, no digan encerrona por mucho que pueda convertirse en encerrona, de un torero de la tierra, en este caso Varea, capaz de todo, de torear como nadie pero también excesivamente sensible, que cada cual lo entienda como quiera, y capaz de sucumbir a la presión ambiental y a la propia.
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