La pincelada del director

Valencia, el cóndor y el águila

José Luis Benlloch
jueves 24 de marzo de 2016

Saldo positivo. Por momentos muy positivo. Números azules, en lo artístico seguro. Lo bueno primó sobre lo otro. Fue feria de subidones y algún batacazo. La fuerza del 13M voló sobre la calle de Xàtiva, el guión de las confrontaciones generacionales funcionó. Roca Rey y la réplica apenas veinticuatro horas después de Juli fue lo más rotundo. Fue eso y fue más, fue López Simón, fue Del Álamo, fue Cayetano...

El cóndor y el águila, al vuelo potente y deslumbrante del peruano, toda una novedad, le sucedió una pasada de soberbia precisión del español, que entró en picado, cumplió el objetivo, aquí estoy yo, la gloria está cara, el que más pueda para él sin distinción de edad, condición o nacionalidad… justo lo que siempre fue y nunca debió dejar de ser. Del primero no sólo cabe destacar lo que hizo, que hizo barbaridades, sino lo poco que sufrió, la facilidad, al menos aparente, con la que encontró toro en todas partes, su estado insaciable desde el principio hasta que arrastraron al último. Eso lo hizo sin toros francos que le acompañasen en su despliegue. Y en los tres estuvo por encima. Lo que es capaz de hacerle a uno que quiera cogerle la muleta se adivinó por momentos en Valencia y sobre todo se vio en Olivenza, así que los amigos de los sííííípero que esperen un momento a riesgo de equivocarse.

De Juli cabe añadir poco. Llegó al día siguiente, con la medalla y la responsabilidad de haber sido él quien le abrió en Albacete, allá por septiembre, la puerta a los jóvenes. En este caso puerta no significa vía libre, más bien al contrario, ahora empiezan las obligaciones fuertes y las comparaciones. Había observado desde las alturas el panorama que él mismo había ayudado a crear, había mal digerido, supongo, todo lo que habíamos dicho sobre los jóvenes, rumiado las consecuencias, observado lo que sucedió el día anterior en que la fuerza flotó como el aceite sobre el planteamiento torero y sosegado de Talavante y se lanzó en picado a por todas, lo hizo desde el principio. Garras fuertes, pico duro, precisión técnica, no le aguantó el primero, se las tuvo tiesas con su segundo, que le zarandeó con las peores intenciones, e impuso su ley en el tercero con una faena plena. Mano baja, orgullo alto, actitud; amalgamó armas propias de un maestro y las propias de la juventud. Fue una gran respuesta frente a un gran reto.

La feria no fue eso sólo. Felizmente. Por acabar con los mano a mano hay que apuntar una buena tarde de Talavante, que hizo cosas de una torería singular y al que se le adivinó cierta mesura en la estrategia a diferencia del planteamiento que adoptó Juli, fue como si se resistiese a bajar a la competencia directa: no hizo caso a las provocaciones de los quites y sin ceder adoptó cierto distanciamiento, como sabiendo que la procesión es larga y tiempo habrá de sacar a pasear su excelencia.

A López Simón le pesó todo más. Sin ser su mejor día, no fue el L.S. que deslumbra o asusta, mezcló los dos conceptos en su segundo toro y lo mejor es que el público fue receptivo a sus formas, que salvó la tarde, que se fue por la puerta grande, que aprendió cómo se las gastan los de ahí arriba y que esto no ha hecho más que comenzar. Las carreras tienen sus efectos acordeón, que en un momento adelanta uno y al siguiente le ataca otro. Eso mismo debe entenderse con el caso Garrido. Descolgado en los carteles de la apertura, se encaramó a la cabecera para que nadie se olvidase de él. Tiene oficio, colmillo, supongo que rebeldía acumulada y buenas formas, mejores de las que le reconocen por ahora. Sale de la feria reforzado. Ya lo comentamos la semana pasada, era el tercer galgo en los despachos, acabada la primera carrera, la remontada es palpable.

El tirón de los jóvenes fue más allá. Del Álamo sigue agarrado al pelotón renove. Abrió la puerta grande con la corrida mejor presentada de toda la feria, Zalduendo/Ventorrillo, otro tanto cabría decir de Román, otro que trae el valor de fábrica, al que hay que darle crédito y tiempo aunque con los que hemos nombrado de primeras y el tiempo que han necesitado se estrechan mucho los plazos.

La feria la clausuró en lo triunfal Cayetano, muy en Paquirri, en la puerta de chiqueros, en el arranque genuflexo, en los pases de pecho, en la mirada al tendido, entregado, expresivo, sacó a pasear ese instinto innato que le sostiene en las tardes de compromiso.

En cuanto a los borrones, la corrida de Cuvillo por encima de todo. Nada que ver con el corridón de Olivenza. El contraste fue tan evidente que cabe suponer que los motivos sean claros y por tanto evitables. Eso y esperar que los del problema ya salieron en Fallas y ahora empieza el disfrute, que sería el mejor escenario. El ganadero tiene experiencia y orgullo para salir de esos líos. En cualquier caso lo de Valencia en día tan clave, fue una pena grande. Y seguramente un aviso a los embarcadores. Embarcadores viene, claro está, de embarque y según la RAE tiene relación con embolado o cometido engorroso, yo diría explicación engorrosa. El caso es que unos u otros, o todos, ese día se cargaron poco menos que la línea triunfal de la feria cuando más falta hacen ferias triunfales para mantener encendida la llama del 13M, la ilusión de una competencia abierta. No llega a ocurrir en Valencia y salen más toros que en la alternativa de Belmonte. Y poco menos ocurrió con la de Juan Pedro. Y en cuanto al otro borrón, la actuación de El Soro, permítanme que corra el tupido velo en honor a una amistad de años pero sobre todo a una historia que fue bonita mientras duró.

POSDATA.-Atención a la Pascua arlesiana que, historia aparte, este año entra en competencia con la Resurrección sevillana. Morante, Manzanares, Talavante y la Maestranza frente a Juli, Roca Rey y el anfiteatro romano, en estos momentos son palabras mayores.

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