LA PINCELADA DEL DIRECTOR

A cada cual lo suyo: mis nombres de la temporada

José Luis Benlloch
martes 15 de agosto de 2023
Se consolidó la cumbre y se revolucionó la base; los de arriba levantaron el índice y los de abajo cerraron el puño y… crecieron

Llegado a la fecha referencial del 15 de agosto, considerémosla meridiano de la temporada, convendría un repaso a lo sucedido (y a lo no sucedido que también pesa/duele lo suyo), una resonancia artística a los nombres propios. Los traigo hasta esta columna por lo que han escalado desde los albores del año; por lo que han calado en los aficionados, no digo en los empresarios porque no siempre coinciden; por las sensaciones personales, cuestión muy importante que inspiran este fondillo, porque qué es el toreo sino sensaciones, colectivas pero sobre todo personales; por las expectativas alcanzadas, entre lo que parecía que iba a suceder y lo que realmente está sucediendo con la carga de decepción y/o de sorpresa que pueden haber generado en la primera parte de temporada con la advertencia de que la sorpresa siempre se hizo notar más que la decepción. Y con esos planteamientos previos hay cuatro nombres incontestables a la cabeza, Roca, Morante, Juli, Luque… ellos por encima de todos, nombres que cuando faltan se echan a faltar y hasta se nota en las confluencias de público que provocan su reclamo. En realidad, no han hecho más que insistir en las cualidades que les auparon: valor explosivo, torería deslumbrante, una maestría de precisión y una apasionada facilidad, respectivamente. Liderazgos que no creo que haya grandes dificultades para defender en un hipotético debate sobre el estado del escalafón.

Mandan Roca, Morante, Juli, Luque: valor explosivo, torería deslumbrante, una maestría de precisión y una apasionada facilidad, respectivamente

A ellos les han seguido otros como Talavante, que no acababa de arrancar tras su vuelta y este año fue recuperando su mejor pulso en las que son sus plazas talismán, Valencia, lo logró en Fallas y Julio, y en la Maestranza, en ambas protagonizó momentos clave que cuando las cosas se veían difíciles trajeron la esperanza de que podía volver a ser el Tala de aquel natural infinito que le catapultó a la fama en tiempos de Corbacho y en ello está, en volver a ser, más despacio de lo esperado pero sin retroceder y solo eso ya es mucho; Castella es otro nombre que ha ido cogiendo ritmo a medida que avanzaba la temporada y su vuelta, que no había despertado especial interés, ganó crédito en Madrid, y como en el caso de Tala, su vuelta comenzó a tener sentido y volvió a exhibir la mejor versión de aquel valor de hielo que le dio crédito y le hizo tan español como francés; en esas alturas anduvo Manzanares en el arranque, mostró gran nivel en Fallas y seguidamente fue víctima de ese infortunio parece que obligado que le lleva todos los años de quirófano en quirófano y le paró en seco por mucho que su aura de grande se mantiene incólume a sabiendas de que un día se encontrará con otro Dalia en el sitio adecuado y florecerá el manzanarismo con su fiel espada triunfadora al frente.

Talavante y Castella le añadieron crédito y sentido a su regreso: del natural infinito al valor de hielo

Hay más nombres, claro que sí. Tengo grabados referencias de Ureña, triunfador en Madrid y penalizado en los despachos, situación que quieras o no acaba haciendo mella en el coco de cualquiera, efecto contra el que hay que pelear tanto como con el toro y en ello anda Paco, peleando que parece ser su sino, y saliendo adelante; Escribano es otro de los que va dando trancos al frente, se trata de un tipo valiente, ambicioso, constante y con agallas, en la línea de los toreros poderosos, más potente que sutil, que golpea y golpea en los días más duros de las ferias, lo que le ha permitido este año subir varios escaños en la consideración general; no quiero olvidarme de Marín, la mejor espada del momento, galón que en otra época bastaría para estar arriba pero es que además tiene otras virtudes que exhibe con más regularidad que contundencia, ese es el caso, facilidad y cabeza, que parecen restarle tensión con lo difícil que es hacer parecer fácil algo tan difícil como el buen toreo; Perera, por su parte, está viviendo un buen momento en la plaza y menos bueno en los despachos cuando en realidad no era mejor torero en sus años de vino y rosas que ahora; tengo que acordarme a la fuerza de Tomás Rufo, del que tengo la sensación que no le han ayudado las tremendas expectativas con las que arrancó el curso tras su gloriosa temporada 2022 pero mantiene intacto el crédito de futurible, ya saben, si lo hizo entonces porque no…; en las últimas horas ha llegado Aguado a El Puerto y a sus innegables dotes artísticas le añadió una sobredosis de arrebato impropio en torero de su perfil que no hay que exigirle, lo suyo debe ser otra cosa, lo que hizo días antes en Huelva. Habrá alguno más, seguro, añádanlo según su gusto, y desde luego no les pongan orden jerárquico porque qué es el toreo sino sensaciones personales.

Ureña, triunfador en Madrid y penalizado en los despachos; Escribano, más potente que sutil, golpea y golpea en los días más duros; Marín con lo difícil que es hacerlo fácil; Perera mejor que en sus años de vino y rosas…

Donde ha habido un claro movimiento ha sido en el apartado de las recuperaciones y novedades, territorio de la gente dura y luchadora contra el toro, contra el sistema y contra lo que sea menester que nada hay fácil en los escapes de mundo tan competitivo (también cainita) como el toreo. Hay muchos y con interés. Borja Jiménez fue de los primeros en avisar que ascendía, se trata de un torero sólido, entregado, en la plaza y fuera de la plaza, con la filosofía de la casa Espartaco marcada en el alma; Daniel Crespo, menos aguerrido pero más enclasado, es de esos que piensas que no son más porque no se empeñan, porque no quieren dicho para entendernos, obviando que querer quieren todos; otros que han braceado con carácter en busca del buen puerto y se han ganado un puesto en la parrilla de la remontada son Francisco José Espada, Fernando Adrián, con dos puertas grandes de Madrid nada menos, detalle que no hace tanto le hubiese valido para dar dos vueltas a España; Galván, al que solo le falta hacer en una plaza grande lo que viene haciendo en cosos de menos resonancia; De Miranda, que se hizo valer en su tierra, el bravo Juan Leal, que no hace distingos ni prisioneros ni a un lado ni otro de los Pirineos, el muy cuajado Paco Ramos, que llegó a Valencia desde Castellón aunque habría que decir desde Perú y se ganó el respeto, y como nunca es tarde si la dicha es buena lo añadimos a la lista.

Borja Jiménez con la filosofía de la casa Espartaco marcada en el alma; Daniel Crespo, menos aguerrido, pero más enclasado; Juan Leal no hace distingos ni prisioneros ni a un lado ni otro de los Pirineos… Galván, Fernando Adrián, Ramos… y los que gusten

No son todos, seguro, ni los mentados lo tienen todo hecho, ya se sabe lo volátil que es el éxito en el toreo, lo mucho que suele costar auparse arriba y lo fácilmente que te arrolla la realidad. Ello sin olvidar la existencia de ese comodín indescifrable que hace de la imprevisibilidad uno de los alicientes de este arte y que un buen día permite romper todos los pronósticos, los órdenes establecidos y cambiar de arriba abajo los liderazgos y hasta las creencias. Ese es el argumento al que debe acogerse cualquiera que aspire a la gloria.

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