Sigue pendiente el gran pacto del sector. Ese ya es tema recurrente, año tras año a estas alturas de la temporada, en cuanto asoma el invierno se pone encima de la mesa, eso sí, cada vez con menos expectativas y más urgencias. Seguramente porque en este país, superados los albores de la democracia, no hay pacto que valga. Así que habrá que esperar a una mayor asfixia y no se sabe si para entonces estaremos a tiempo. Lo reclamaba Molés la semana pasada, también Villasuso, el pacto me refiero, lo reclamábamos el invierno pasado en esta misma columna, lo reclamamos todos desde no sabe cuando, desde la noche de los tiempos, desde que Juan Pedro, Manolo Chopera y José Luis Lozano intentaron lanzar la CAPT sin que la idea llegase a ninguna parte y bien que se está pagando; o más cerca, desde que asomó el marrajo de la crisis y el toro pregonao de los movimientos anti -animalistas y nacionalistas de la mano- empezó a meterse por bajo de los capotes, desde que los intereses espurios de la política le hizo ¡fu! y le dio un par de coces a la misma idea con la que ellos habían elevado oficialmente el toreo al rango de cultura, reconocimiento que ahora niegan, me refiero al PSOE, cual Judas Iscariote o sencillamente le dan la espalda con irritante desfachatez.
ENTRAR AL TRAPO
