El Quiebro, por Ramón Bellver "El Blanco"

A la moda

Ramón Bellver 'El Blanco'
lunes 19 de agosto de 2013

Metidos de lleno en la temporada los carteles ya están hechos y las cartas sobre la mesa. Queda jugarlas en todas las facetas que abarca la fiesta del pueblo. Con sus cosas buenas y sus cosas malas…

Metidos de lleno en la temporada los carteles ya están hechos y las cartas sobre la mesa. Queda jugarlas en todas las facetas que abarca la fiesta del pueblo. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. El chupinazo ya ha estallado. En el “plus-toros” han apostado por seguir televisando concursos de recortes. Buena noticia. Creo que es la mejor manera de promocionar un espectáculo que ya no es lo que era. Un empujón no viene mal. En esos concursos sigo viendo cosas que me traen nostalgia. No se suelen ver muchos quiebros “a pelo”, ni siquiera de espaldas, se está perdiendo esa suerte y, personalmente, creo que es de las más bonitas y espectaculares que se pueden saborear. Son de las que te dejan entrar y salir del embroque lentamente y con temple, si el de rizos te lo permite, claro está. Ahora, eso sí, quiebros de rodillas, a porrillo. Demasiados diría yo. Y lo que me preocupa es que no veo a gente que venga con ganas de perpetuar dicha suerte, ni siquiera en las calles, donde la chaqueta anda suelta hasta en las tardes más calurosas de julio. Está de moda. Solo algunos pocos quiebran “a pelo” rozando la perfección, pero por desgracia, son la excepción que confirma la regla. Y vuelvo a reiterarme, por si alguno aún no se ha enterado, la chaqueta no es mala como complemento, sino como arma abusiva. Que quede claro.

Entrar y salir de la suerte es tan importante como el embroque. Por lo menos, así lo veo yo. Un ejemplo claro es el de “Gusi” de Arganda del Rey, tierra de recortadores. Qué manera de citar, de templar y de salir airoso. Arte y naturalidad. Sin forzar los movimientos. Recortando con la cintura, no con la espalda, y sin pegar el manotazo tocando el morrillo del toro cuando los pitones ya han pasado. Diez años atrás eso era pecado, doy fe. Pero bueno, está de moda y ahora esto tiene más recompensa que el temple y el saber estar, y torear despacio es lo más difícil, pregúntenselo a cualquier figura del toreo.

Y ya por ponernos a nombrar modas, la que menos me gusta es la de hacer gestos, más que gestos, aspavientos de cara al público. Reconozco que hay recortadores que este tipo de movimientos entra dentro de su manera de expresarse, y que incluso forma parte de su repertorio, pero hay que tener un carisma especial para que quede bien. Otros fuerzan la situación y no se consigue el efecto deseado, sino todo lo contrario. Hay veces que parece que se ha marcado un gol en vez de haber toreado un toro bravo a cuerpo limpio. No me gusta en el rejoneo y mucho menos en los recortes. Os imagináis a José Tomás rematando una serie y salir corriendo cara al público. ¿Dónde ha quedado un saludo torero, mostrando respeto al respetable, y dando muestras de seguridad y de saber lo que estás haciendo? Es complicado después de retener tanta adrenalina el no soltarla de alguna manera, pero para eso se nos llama “toreros a cuerpo limpio”, hagamos gala de ello. Exagerar los gestos no es torear. Todo en exceso es malo, y más delante de un toro. Hay que buscar la justa medida, ni mucho ni poco.

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