No le vendría mal al toreo que José hiciese temporada. Ahora que ha asumido labores pedagógicas en la Escuela de Madrid un garbeo por las plazas serviría para completar el ciclo de su magisterio…
Joselito ha dicho vuelvo y más de uno ha parado la confección de las ferias, otros se han puesto en guardia por si su estrategia ya no sirve y los más tienen ganas de creer que no es sólo por una tarde y ven/vemos en sus declaraciones cuando le preguntan si sólo hará un paseíllo –“De momento esa es mi intención, pero lo único que sé cierto es que me voy a morir algún día, lo otro no sé”, contestó- vemos, decía, un rayo de esperanza de que su temporada sea algo más que el gustazo de volver a saborear el miedo una tarde y pegarle diez lances a un toro.
No le vendría mal al toreo que José hiciese temporada. Ahora que ha asumido labores pedagógicas en la Escuela de Madrid un garbeo por las plazas serviría para completar el ciclo de su magisterio. Hay toreros, y él lo es, que deben servir de referencia cuando las modas invitan y hasta empujan a los jóvenes a apartarse de las buenas prácticas. Recordar la naturalidad, torear asentado, practicar la mesura, ofrecer repertorio y recursos de lo que siempre se dijo que es un torero largo, compaginar estilo y eficacia estoqueadora, desterrar las estridencias, mostrar carácter, preservar cierto misterio en la figura del matador últimamente tan desbalijada por un extraño populismo que les invade… son virtudes que José explicaría como pocos. Y si profundizásemos en la cuestión seguramente convendríamos en que él tiene la obligación de explicar y defender, pero no lo voy a decir porque a un amigo no se le puede insistir en que toree a costa de ser menos amigo o mostrar la más rotunda ignorancia taurina. Hay responsabilidades que le competen exclusivamente a uno.
