Las dos primeras corridas de la Feria de Abril, consideradas de las “duras”, han resultado dos considerables petardos. Lo del Conde la Maza y lo de Dolores Aguirre ha salido desesperadamente manso...
Por no tener no tenían ni tan siquiera ese genio incómodo y temible de antes. Ahora, ni chicha ni limoná. Inútiles hasta para el arrimón con olor a cloroformo. Los toreros que han tenido la desgracia de lidiarlas estuvieron como se espera de quienes no tienen más remedio que tragarse tales píldoras, porque no contemplan otra perspectiva que jugarse la vida con lo que les echen a ver si así escampa en sus carreras. ¿Dónde está la fiera corrupia? Hasta esa ha desaparecido al rebufo de la disolución de la casta. Ya no son sólo las ganaderías llamadas comerciales las que siembran los tendidos de aburrimiento, con sus animales enclenques, tontorrones y sin emoción. Aunque, de seguir por el camino que van los hierros tenidos por difíciles, peligrosos y capaces de hacer del toreo un acto heroico, acabaremos echando de menos el “toro artista”, porque siempre será mejor lo genuino que las imitaciones…
Lo cierto es que en este país la casta se ha ido de vacaciones y me temo que no sólo en los toros. ¿Quién tiene la llave de la casta? Como cantaba el preso de la canción: “las llaves yo no las tengo/ las tiene yo no sé quién/ aquel que tenga las llaves/ mala puñalá le den”. De todos modos, como la esperanza es lo último que se pierde, vamos a esperar a ver qué pasa a lo largo de la temporada con los fuentymbros, victorinos, miuras, guardiolas, cebadagagos, cuadris y demás hierros de reconocido prestigio, porque lo del Conde y lo de doña Dolores, si hemos de juzgar por lo visto en Sevilla, es perfectamente apuntillable sin que se resienta mínimamente la cabaña brava española. Por este camino habrá que fundir la mayor parte de las ganaderías como se funden las campanas…
