BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Alarcón, que anda a las puertas de la alternativa, cumplió con las expectativas. Foto: Sasha GusovAlarcón, que anda a las puertas de la alternativa, cumplió con las expectativas. Foto: Sasha Gusov

Álvaro Alarcón y Fuente Ymbro, reincidentes en el triunfo

José Luis Benlloch
martes 14 de marzo de 2023
Las maneras de Lalo de María y la disposición de El Niño de las Monjas completaron el argumento de la tercera de Fallas

Una leyenda, la de El Niño de las Monjas, que todos deseamos que se haga realidad ¡qué bueno sería para el toreo!; un torero hecho (o eso creemos porque en realidad en el toreo no hay nada hecho ni seguro) es el caso de Álvaro Alarcón, que anda por méritos propios a las puertas de la alternativa y que ya sabía lo que era triunfar en Valencia; un misterio como tercera pata del enigma que supone toda corrida de toros, en este caso novillada por mucho que hubiese novillos con cuajo de toros, como tercer argumento del cartel, me refiero a Lalo de María, francés, espigado y enigmático, rubio nórdico con hechuras de primer bailarín, hijo de un personaje con sitio relevante en la historia del toreo galo, María Sara, rejoneadora, empresaria, diseñadora… ingredientes todos ellos que siempre encajaron en las grandes obras artísticas (y así se supone que será a expensas de ordenarlas en los ruedos en un momento que ya ha empezado a contar); seis novillos-toros de Fuente Ymbro, leyenda de bravura, incontables los toros y utreros lidiados en esta plaza con los que se consagraron matadores y se catapultaron numerosos chavalitos con sueños de gloria; y más aún, una plaza fantástica, una feria con proyección internacional, los medios pendientes de lo que pase en la arena… Pues con esos argumentos arrancó el tercer festejo de la feria de la normalidad. ¿Que qué pasó?… les cuento todo seguido.

La tarde fue climatológicamente de auténtico bochorno, irreconocible por estas calendas marceñas, una mezcla de calor y viento a partes iguales que generó no poca incomodidad; y artísticamente hubo de todo, decepción, esperanza, éxito, demora para los soñadores… Diría que el balance final dependerá del estado de ánimo de cada cual, aunque es evidente que con todos los buenos augurios con los que se inició el paseíllo debió dar más de sí.

Los novillos tuvieron interés y cualidades: tuvo clase y humillación, benditas cualidades toreras, el primero; carácter y tiro tuvo el segundo que embistió mucho a pesar de lastimarse la mano izquierda en el arranque de faena y acabó doblando en los medios como una muestra más de bravura; excelente clase el tercero; no encontró ajuste necesario el cuarto; tres puyazos le pegaron al quinto que embistió con categoría hasta que se rajó y se fue a los adentros; noble, rajadito y toreable el que cerró plaza. Así que se cumplió el esperado guion ganadero con buena nota.

Quien también cumplió con las expectativas fue Álvaro Alarcón, reincidente en el triunfo en esta plaza. Le plantó sus reales al duro segundo que tuvo una bravura más montaraz que sus hermanos. Fue un esfuerzo de los dos protagonistas. El toro embistiendo pese a haberse partido una mano; el torero aguantándole el carácter hasta que lo atemperó, la demostración de que está para el ascenso. En su segundo se vio una versión más redondeada, más lucida, toreó encajado, ligó con emoción, se templó y puso la plaza en posición de rendírsele. Luego la obra se vino a menos cuando el novillo comenzó a buscar los adentros (quizás estaba pagando el exceso de los tres puyazos) pero para entonces lo hecho, hecho estaba.

Lalo arrancó su presentación en Valencia con un volteretón de los de aúpa en el tercio de quites del segundo de la tarde. Por no elegir los terrenos adecuados, allí con los chiqueros a la espalda no era el sitio como se vio. No se afligió, que se lo apunte como mérito, y en su primer novillo ligó una faena de lo más preciosista. Tuvo una compostura especial, personalidad se le llama a la cuestión, interesante estética, corrió la mano con despaciosidad y redondeó pasajes para pensar que hay torero. Luego en el sexto tras un arranque de faena muy torero, la faena no acabó de levantar vuelo. Teniendo en cuenta todo lo dicho y su ternura técnica, acaba de llegar, hay que pensar lo mejor, para otra cosa tiempo habrá.

El Niño de las Monjas abría cartel. Nadie le puede negar el voluntarismo, las ganas (su puerta gayola inicial fue la tarjeta de presentación); los desajustes ante su primer excelente novillo, quiero pensar que fueron las consecuencias de la presión que se le había echado encima. Su segunda faena tuvo un arranque complicado entre el viento, los nervios de la urgencia y la bravura del novillo y tuvo que remontar cuando ya nada era fácil. Esto no es cuestión de llegar y besar el santo así que habrá que insistir en busca del triunfo que le dé brillo y realismo a su leyenda. Hay que esperarle, que ya saben aquello de que Zamora no se conquistó en un día.

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