Álvaro Burdiel llega a la alternativa tras tres años pisando fuerte en el escalafón de novilleros. Se doctora este sábado, 5 de octubre, en Las Rozas con toros de Juan Manuel Criado y Luis Algarra, teniendo como padrino y testigo a los veteranos Sebastián Castella y Alejandro Talavante.
–¿Es el momento que había soñado?
-Sí, por supuesto. Cuando uno empieza la mayor meta es llegar a ser matador de toros y sueñas con hacerlo rodeado de grandes figuras del toreo. Ver que ahora mismo eso se ha hecho realidad es un sueño; me siento muy privilegiado.
-¿Hacer el paseíllo en un día tan especial con dos figuras le presiona o le motiva?
-La ilusión y la responsabilidad van de la mano. Un cartel así motiva mucho y también ilusiona, claro. Conozco la profesión, conozco la seriedad que hay a ese nivel o, al menos, la intuyo y por tanto es un plus de responsabilidad y presión saber que tendré que dar un nivel muy alto al estar con estas dos figuras del toreo.
–¿Qué es mejor: la alternativa a final de año con todo el invierno por delante y empezar de cero en 2025 o un doctorado a mitad de temporada?
-Realmente no lo sé, depende de muchas circunstancias, de la carrera de cada uno, del momento… En mi caso el objetivo era que la alternativa fuese con categoría, con un cartel rematado, en un sitio bueno… la hubiera tomado antes si hubiese podido, al final yo no elegí tomarla el 5 de octubre, pero tal y como han venido las cosas creo que es perfecta.
–Después de tres temporadas en el escalafón ¿qué balance hace de su etapa de novillero?
-Mi debut con picadores en el Circuito de Novilladas de Madrid causó impacto y fue una sorpresa. Llegué a ser finalista y de no ser por la espada hubiese ganado. Eso me abrió muchas puertas para ese año y para el siguiente. En 2022 me apoderó el maestro Ortega Cano. Fue un sueño para mí y me enseñó muchas cosas. Fui el triunfador de Valdemorillo y pisé plazas importantes como Madrid en San Isidro, Nimes, Valencia… y aunque la espada de nuevo se llevó algún triunfo importante en Madrid y en Valdemorillo, fue un año de rodarme. Acabé la temporada con la puerta grande de octubre en Valencia, que me volvió a relanzar para el año siguiente. El año pasado esperaba torear más, hubo sitios donde merecía haber estado y no estuve por cosas de empresarios e intereses. Volví a Valencia en Fallas, a Madrid en San Isidro, a Sevilla… En todas di una vuelta al ruedo pero la temporada se estancó. Regresé a Madrid en agosto y fue una de las tardes más importantes de las seis que he toreado en Las Ventas. Me valió para entrar en Otoño, donde volví a dar una vuelta al ruedo.
Este año ya sabía que iba a torear muy poco, ya me había pegado dos vueltas a España, pero tenía el cartucho del 5 de mayo de Las Ventas, la imagen fue muy positiva y muy seria. Este ha sido un año de aguantar. Sólo he toreado una novillada más, en Collado Mediano. Con todo, hago un balance muy positivo como novillero, he situado mi nombre entre los aficionados, he dejado claro mi concepto del toreo… Creo que podría haber sido una etapa más rotunda, por unas cosas u otras -en muchos casos la espada-, pero en general, estoy muy contento.
–Ha hecho mención al apoderamiento del maestro Ortega Cano. ¿Qué significó para usted y qué fue lo más importante que aprendió de él?
-Salir de la escuela taurina y que mi primer apoderado independiente fuera el maestro Ortega Cano fue para mí algo muy ilusionante y que me dio mucha moral. Era como estar viviendo un sueño. A su lado aprendí muchísimas cosas. Creo que los dos compartimos un concepto del toreo muy similar y nos sentíamos muy a gusto hablando de toros. Me quedo con la personalidad tan arrolladora que ha tenido como torero y ese concepto tan puro, dos aspectos que yo trato de integrar a mi toreo.
-A usted se le sitúa entre los novilleros con un concepto del toreo más artista.
-Siempre he escuchado de los profesionales que el que intenta ir de este palo del toreo suele ser un camino más lento y más largo, porque hasta que todo se maciza se tarda más que en otros toreros con mayor capacidad. Es cierto que esta manera de torear gusta más entre los aficionados, llama más la atención, pero también ocurre que suele ser más complicado triunfar, que al final y al cabo es lo que te abre las puertas.
–¿Qué o quién es lo que más le inspira y de dónde le brota esa personalidad tan distinta?
-Entiendo el toreo como arte y he intentado siempre interpretarlo como un arte, como un sentimiento. Fuera del toreo lo traslado quizás al flamenco, a esas raíces de Sevilla, de las cosas que he vivido de niño… Por ahí van mis gustos y mi personalidad. La personalidad en un torero es innata y la desarrollo igual fuera de la plaza, en mi vida social, en mi día a día. Hago las cosas como yo las siento, bien o mal, pero como las siento. Y luego eso lo intento trasladar al toreo.
–¿Cómo se imagina el futuro?
-Soy consciente de que está todo muy complicado, que actualmente se avanza despacio y que hay que ir abriendo puertas a base de golpes sobre la mesa. Lo más cercano que creo que puede venir es participar en la Copa Chenel, que me haría mucha ilusión. También me motiva presentarme como matador de toros en Sevilla y supongo que en un futuro sería bonito ir a confirmar a Madrid, pero no sé qué plazos hay para todo eso. Como vayan viniendo las cosas… Dios dirá.