Se decía que el secreto del valor de los soldados de Napoleón era que cada uno de ellos llevaba el bastón de mariscal en el macuto, y es posible que así fuera, porque de los tres estímulos que impulsan al hombre a la lucha sin cuartel, el más fuerte es la ambición. El amor y el poder son los otros dos. De todos modos, si el afán de llegar a lo más alto en el Ejército del Gran Corso, era lo que hacía que sus soldados tuvieran fama de invencibles, hasta el punto de que se adueñaron de toda Europa menos de Rusia, en la que fueron derrotados por el General Invierno, no sería malo que nuestros toreros les imitaran.
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