Su nombre figura ya entre los pocos privilegiados que a lo largo de una temporada pueden decir que han cortado una oreja en Las Ventas. Y lo hizo, además, en la tarde de su debut en esta plaza. Admite que ese trofeo cosechado era una necesidad profesional y personal. Un empujón para un novillero que poco a poco va abriéndose camino. Dio la cara en el siempre duro examen de Madrid. Y ahora, con el aval de la plaza más importante del mundo, quiere gozar en su país de la misma categoría que tiene en Francia donde se ha forjado con las novilladas y los hierros más exigentes de la actualidad.
- “En poco tiempo he matado novilladas muy serias y de todos los encastes, al principio no es lo que a uno le gustaría pero con el tiempo me ha venido bien. He cogido oficio, soltura y sitio”
- “El camino de la independencia con mi padre quizá sea más complicado pero es más bonito. Las cosas buenas y malas las compartimos juntos, las sensaciones, los miedos... y los triunfos como el de Madrid se saborean más”