Los toreros hacen Sevilla. La hacen y la hicieron más que ninguna otra feria, porque van a favor de querencia. Posiblemente sea la única plaza del mundo en la que un torero presiente que el tópico de la sensibilidad existe. Creo que, históricamente, es una plaza que jamás hace uso de la crueldad. Puede haber reacciones o valoraciones más o menos injustas, pero la Maestranza hace uso del Derecho de Admisión: crueles, no. Es más, es de los pocos lugares de gran presión profesional, cuyo aire aún no está contaminado por la ira. Quizá el silencio sea esa mirada de los justos cuando contemplan algo que no pudo ser.
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