Hace justo ahora treinta años, el complejo Monte Picayo de Puçol (Valencia) comenzó su segunda edición de promoción de la fiesta de los toros con un prólogo de lujo. Tal como relataba Manuel Serrano Romá para nuestro semanario: “Allí, en la soleada mañana, y para comenzar el nuevo concurso de chavalines aspirantes al arte de los Bienvenida, en el amplio salón de actos, con lleno hasta la bandera, y tras unas palabras de José Luis Benlloch y Ricardo Cerezo, Vicente Zabala que no necesita de presentaciones, nos habló de la torera dinastía de los Bienvenida con esa precisión y deleite que le caracteriza al conocido crítico de ABC, por lo que ni decir tiene los aplausos que escuchó en su corta intervención de media hora, porque a Vicente hay que oírlo por lo menos en sesión continua. Acto seguido tuvo lugar un interesante coloquio con el orador y los hermanos Ángel Luis y Juan Bienvenida que motivó hasta el último minuto el interés de los aficionados, pero que hubo que cortar para poder continuar el programa establecido".
Ya en la placita de tientas, a caballo Copetillo, comenzó la lección y el derroche de torería por los cuatro lados. ¡Casi nada, Ángel Luis y Juan Bienvenida! Y si era poco Chavalo y Paco Honrubia, aquello era un continuo goteo de arte, del que hubiésemos querido mojarnos hasta vernos empapados. ¡Qué buena lección tomaron los chavalines!
El toreo era eso, toreo, en toda la extensión de la palabra, aquí no habían brusquedades ni retorcimientos, todo era natural, era arte y torería hasta andando por la plaza. Era el arte de torear unos hombres que nada tiene que ver con la mayoría de los actuales.
Bajo la vigilancia de los maestros, aquí si cabe esa palabra, torearon varios de los aspirantes, y entre ellos Enrique Ponce, que demostró una vez más las grandes posibilidades que tiene para alcanzar el éxito en el arte de los Bienvenida.
Fue como se podrán imaginar una agradable e histórica mañana para Monte Picayo y para todos los que allí nos encontramos; ¡Vimos toreros y lo que es el toreo! aunque fuera en gotas, no daba para más.
