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Bellos Montes: juventud y tesón

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Reportaje campero en la ganadería de Bellos Montes

Fotos: ARANDA

“Esta historia comienza en 2006 al comprar veinticinco vacas al Conde de Mayalde. A las que añadí a finales de ese mismo año otras veinticinco de Las Ramblas”, narra. Aunque de aquella primera adquisición, hoy queda poco en estos pagos: “Prácticamente nada: cinco o seis vacas de cada compra. La ganadería se amplió en 2016 con veinticinco vacas de Núñez del Cuvillo y posteriormente, en 2018, me quedé con la camada de eralas y utreras sin tentar de Vellosino. Este año hemos añadido treinta vacas de El Freixo”.

Le pedimos que nos cuente cómo y por qué esa evolución en las compras: “Cuando pensé en hacerme ganadero me decidí por lo del Conde de Mayalde porque era una ganadería muy cercana a mí. De novillero y matador de toros iba mucho a tentar y me encantaba. Conforme evolucionas como ganadero tus gustos también cambian y buscas lo que en ese momento tu intuición te dice qué tipo de embestidas es la que te llena. Por ejemplo, lo de Núñez del Cuvillo, que es una ganadería que he visto que tiene mucha transmisión, que tiene un embroque muy bueno y con mucha chispa. Vi que en la ganadería de Vellosino hay un ritmo en la embestida que creo que es único. Es una embestida asaltillada dentro de lo que es el encaste Domecq. Estamos hablando de los animales buenos -matiza-. Y en lo de El Freixo vi una humillación al embestir fuera de lo normal, con una entrega que es la que voy buscando y que sabemos qué hay en esa casa porque bebe de las fuentes de Daniel Ruiz y Garcigrande”.

José Montes: “Compré Núñez del Cuvillo porque tiene mucha transmisión en la embestida, Vellosino por el ritmo y El Freixo porque tiene una humillación fuera de lo normal”

Se puede decir que la apuesta es fuerte porque en esas ganaderías no venden precisamente barato y además José se hizo ganadero cuando la crisis más dura de la época reciente estaba en el umbral para entrar a tropel en España: “Lleva razón porque me hice ganadero en 2006 y un año más tarde empezó la crisis. Pasamos en muy poco tiempo de que faltaran animales en el campo porque se vendía todo a que sobrasen y costase un mundo vender. Pero dicen que en tiempos de necesidad es cuando se agudiza el ingenio. Así que lo primero que hice fue hacerme empresario taurino. Como veía que nadie me compraba porque era una ganadería nueva, me autoabastecí de mis animales para no tener que cerrar el chiringuito. Y eso bajo ningún concepto iba a ocurrir porque tenía muchas ilusiones depositadas en mi ganadería, que era el sueño de mi vida. Por el que tenía que luchar. De esa manera pude salvar el bache. Y gracias a esa estrategia pude lidiar todos mis animales. Puedo decir que hasta hoy no se me ha quedado ninguno en el campo, salvo lesión. Aparte de buscar esa solución me abrí también un camino que aún sigo transitando porque continúo organizando espectáculos taurinos, incluso corridas de toros. Es otra faceta añadida a mi vida. Pero todo viene de la ganadería. Si hubiese continuado la bonanza económica de antes de la crisis jamás se me hubiese ocurrido hacerme empresario taurino. Fue una resolución drástica que tuve que adoptar”, confiesa.

José en tan corto espacio de tiempo de vida profesional ya ha transitado por tres campos diferentes: torero, ganadero y empresario. De las tres, ¿cuál es la más difícil?: “La de ser figura del toreo”, responde sin el menor atisbo de duda. Y precisa el motivo: “Al torero se le escapan muchos factores que son ajenos a él. Aunque tengas muchas condiciones y te prepares muy bien, te puedes encontrar con unos condicionantes que son prácticamente insalvables. El ganadero también debe tener suerte, pero me parece menos difícil. Igual estoy equivocado, pero al haber tocado los tres palos veo más complicado ser figura del toreo. De todas formas, como tampoco soy figura de los ganaderos no puedo opinar con mucha suficiencia porque ahora mismo, en este campo, estoy, digamos, a nivel de un sin caballos”, contesta con humildad.

“Siempre he sentido devoción por la profundidad y la humillación. Poderle bajar la mano a los animales y engancharlos muy por abajo es fundamental”

Hablamos de si su experiencia como torero es aval a la hora de seleccionar su ganado: “Creo que sí. Uno busca la embestida que se adecua mejor al concepto de su tauromaquia. Instintivamente tu mente busca esa embestida que sientes. En mi caso siempre he sentido devoción por la profundidad y la humillación. Poderle bajar la mano a los animales y engancharlos muy por abajo y que tengan esa entrega en el comienzo de las embestidas, es fundamental”. ¿Y eso mismo que busca el ganadero lo encuentra el torero al tentar? “Ahora mismo disfruto más viendo torear que toreando. Pensé que no iba a desconectar del enganche que tenía por torear. De vez en cuando toreo, pero más por compromiso. No tengo las sensaciones que tenía cuando estaba en activo y no me llena tanto. Tengo la suerte de que me he desconectado del mono de torear. Es algo que no pensaba que iba a poder hacer”.

Sementales propios

“Con las primeras vacas que compré al Conde de Mayalde venían cinco preñadas, de las viejas que ellos tenían con el hierro de El Ventorrillo”, precisa, y añade: “Las había preñado un toro 34-Cascarrabias de Santiago Domecq y de ahí tuve la suerte de sacar un semental que fue la base de la ganadería: el número 7-Garabato. Posteriormente he sacado dos más de las vacas que venían preñadas de Núñez del Cuvillo. Además he comprado simiente a las ganaderías que he creído que reunían lo que yo buscaba como son Vellosino y El Freixo”. Ese es el capital genético de los raceadores de esta ganadería. A ese respecto, al de la genética, se refiere José así: “He notado que hay vacas con una carga genética muy fuerte y todo lo que viene de ellas tiene unas características determinadas en las embestidas, al igual que hay ciertos toros que tienen mucha fuerza para transmitir sus genes. Y en cambio otros son muy buenos, pero no tienen esa fuerza de transmisión. Hay que buscar raceadores que transmitan esos caracteres tan fuertes”. Montes los ha encontrado a tenor de lo que nos cuenta: “Las reatas para mí son fundamentales porque he tenido la experiencia de que de padres muy buenos salen hijos extraordinarios. La vaca te marca mucho porque tienen mucha personalidad y el semental suele tener una carga genética importante. Cuando das con animales con esa fuerza y esa carga genética te dan pie a apostar por ellos”. Suerte.

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Antonio Girol

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