Dos de las ocho corridas de Bilbao de hace quince días fueron propia y relativamente parejas. No es ley, ni siquiera en Bilbao, que las corridas vayan igualadas y emparejadas porque nada obliga a que seis toros de un mismo envío sean como seis gotas de agua. Pero el trago de Bilbao es duro. La dureza se equilibra si la corrida es pareja. O si tiene dos partes y cada una de ellas puede abrirse en lotes distintos. Para que nadie se sienta agraviado.
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Bilbao, agua pasada
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