Garrido sobre todos. Ese ha sido el nombre de la Aste Nagusia 16. Garrido y una guerra cada vez menos soterrada en la que se disparaba a discreción, un día a López Simón otro a la Junta Administrativa, con intenciones sucesorias.
Garrido sobre todos. Ese ha sido el nombre de la Aste Nagusia 16. Garrido y una guerra cada vez menos soterrada en la que se disparaba a discreción, un día a López Simón otro a la Junta Administrativa, con intenciones sucesorias. El primero, reivindicó el toreo bravo, el valor del valor. No conviene olvidar que en el fondo del mejor toreo siempre aparece el valor. Recuerdas lo que hizo una tarde y otra también y te dices: ¡Así se comparece en tarde de compromiso!, como lo hizo Garrido, en su casa de Bilbao. Creo en la química y en las plazas que inspiran, de nuevo Bilbao y Garrido, Garrido y Bilbao, aparecen como el maridaje perfecto. Ni un paso atrás, a corazón abierto, las ideas claras, el sufrimiento activado. Sus dos tandas con la mano izquierda al duro torrestrella de su primer paseo, toro imponente, castaño, largo y musculado, de mirada fosca, de esos que encajan como un guante en lo que se dice un toro de Bilbao, tuvieron tensión, fuerza, peso, riesgo, belleza, ese no sé qué que pone de acuerdo a todos y hace innecesarios los análisis y las disecciones de cafetín a las que tan dados somos los aficionados.
Fueron esas series de toreo al natural imponente pero también su toreo de capa, su no esconderse, sus quites, la ambición de querer redondear las faenas más allá de lo que las condiciones de los toros requerían, su apostar, el pasar la raya, todo eso que pone, que siempre puso, a los toreros a circular, lo que derriba puertas y sistemas. Fue el primer día y fue el segundo en el que repitió actitud y postura ante un gran toro-torazo de los que salen en Bilbao y en pocos sitios más, éste de Fuente Ymbro, bravo en varas, encastado y exigente, que perseguía los engaños con emotiva codicia y acabó trasmutando su poderío en nobleza con la colaboración no menos brava, cierto, de Garrido, así que la gente abandonó Vista Alegre satisfecha a pesar de que las tardes nacían extrañamente torcidas, daba la sensación que premeditadamente torcidas, agrias. No recuerdo un recibimiento más hostil a las cuadrillas que la tarde del improvisado/forzado mano a mano ni mucho menos que se haya convocado nunca a la protesta previa vía red social el último día. No hay que olvidar que las grandes protestas siempre surgieron espontáneas.
Por todo ello la feria transcurrió entre apasionadas controversias. Con momentos de dolorosa decepción y otros de gran nivel, diría del nivel del mejor Bilbao. Hubo toros de mucha categoría, al menos dos de Puerto de San Lorenzo, uno de Alcurrucén, otro de Fuente Ymbro y dos de Jandilla. Hubo dos puertas grandes para los toreros de a pie, la de Urdiales, que de nuevo elevó su vuelo en Bilbao y la mentada de Garrido, que cabalga triunfante a lomos de Bilbao y los fuenteymbros con los que abrió las puertas grandes en Sevilla, Valencia y el mismo Bilbo. Hubo toreo delicioso de Curro Díaz, que también sufrió le
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Bilbao, Garrido y las guerras
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