Cinco años después la noticia de la semana y de muchas semanas es Bogotá, con Petro en la lejanía, con su sucesor Enrique Peñalosa, menos aguerrido, más leído dicen y no menos amenazante, “desafortunadamente habrá corridas en Bogotá” ha dicho, pero con una sociedad civil, toreros incluidos, firme y activa en sus reivindicaciones y en la defensa de sus derechos y un tío, el tal Felipe Negret, empresario, huidizo a su capricho con los medios, capaz de dar la batalla donde hubo que darla hasta hacer valer el derecho a ver toros donde siempre hubo toros. ¿O para qué se levantó la Santamaría?... A la hora de cerrar esta columna la gente se arremolina en las puertas de la plaza, expectante, gozosa e ilusionada pese a la labor matona de los secuaces de la alcaldía, pese a lo que todos coincidían en calificar de permisividad policial llevada a extremos delirantes. ¡Qué horror, qué contradicción! violencia humana en nombre del animalismo. Pese a todo, el gran coso mudéjar volvía a latir, nunca jamás un “No hay billetes” fue más oportuno ni más gozoso. Libertad fue el primer toro en ollar la arena, libertad bien luchada, bien sufrida. Pepe Cáceres, Ordóñez, Camino, El Cordobés, Rincón... entre los recuerdos buenos, Juli, Bolívar y Roca Rey en la primera línea de defensa. Fue un paseíllo con sabor a reconquista.
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