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Borja Jiménez: es la hora

-¿Te vas acostumbrando a los miedos?

-A eso nunca te acostumbras. Cuanto más toreas más miedo pasas, pero es un miedo bonito. Si eres capaz de superarlo te vienes arriba y te sientes un superhombre.

Borja Jiménez, con J de jinete, no se les olvide, el torero que ha cabalgado las dificultades del sis-tema con una entereza ejemplar, entereza y eficacia, de la nada a las ferias tras atravesar un desierto de indiferencia, un tipo capaz de abrir la mente como nadie y tragarse los miedos como el primero, quede eso va el toreo, cabeza y corazón. Todo a la caza de un objetivo, el éxito que soñó. Este 2025 está ante su temporada clave, la más difícil, la de ratificar todo lo logrado, se acabó el factor sorpresa, ya solo vale lo que vale. Así que “torero, es la hora”, es la frase hecha para empezar a vestirse. Pues eso.

-¿Te consideras figura?

-Solo sé que estoy camino de donde quiero estar.

-¿Qué decimos pues?

-Que voy hacia ese objetivo. Me quedan muchas cosas por hacer. Dame tiempo, dejemos que hable el tiempo. Para considerarse figura del toreo hay que estar varios años arriba llenando las plazas, triunfando fuerte y yo estoy empezando a hacerlo.

“Ser figura es ser capaz de triunfar ante el noventa por ciento de los toros. Eso es imprescindible, el noventa por ciento”

-¿Qué es ser figura para ti?

-Lo primero, triunfar ante el noventa por ciento de los toros. Eso es imprescindible, el noventa por ciento. Llenar las plazas, tirar del carro de la temporada también, estar en las tardes clave de las ferias y dar la talla… eso es lo que define a una figura. Yo sé que es casi imposible de lograr, pero no desisto, en el camino y en el empeño estoy.

-Un síntoma definitivo de haber alcanzado el estatus de figura es poder decir con este sí o con aquel no...

-Yo lo entiendo de otra forma. Cuando puedes elegir tus carteles, tus días, tu ganadería… cuando puedes empezar a decidir sobre tu carrera es cuando puedes comenzar a pensar, comenzar a pensar digo, que eres figura, porque hay tiempos en los que no te dejan ni opinar. Es lo que te den y poco más.

-Diciendo con este sí y sobre todo con aquel no, es muy probable que fastidies (jodas) a alguien. ¿A ti te j… te fastidió alguien?

-No, además no lo entiendo así, no lo veo por la vía excluyente. Cada uno tiene sus intereses propios y estar en un cartel o no estar depende de muchas circunstancias.

Borja Jiménez, un sevillano en tierras charras. Sobre la calle La Rúa y al fondo, la monumental catedral de Salamanca. Foto: Menacho

-¿Si te nombro Madrid?

-Madrid es grandeza.

-Allí sí has abierto la puerta grande. Dos veces nada menos.

-Me gusta mucho torear allí. Es una plaza que genera mucha presión, hay mucha responsabilidad, pero en las tardes de responsabilidad y presión es cuando sale mi mejor yo, por eso me gusta tanto Madrid.

-A aquel público alguien le dijo publiquito con no poca sorna.

-A mí me gusta el público de Madrid. Me acogió muy bien desde la primera tarde y aunque haya veces que aprieta mucho y se pueda pasar mal con tanta presión a mí me gusta, la presión, el público, el reto... todo. Estoy deseando que llegue San Isidro.

“Todos los toreros han tenido una persona que les ha ayudado a crecer y en mi caso esa persona es Julián”

-Siempre se dijo que triunfar en Sevilla daba categoría y en Madrid pasta, dinero.

-Las dos dan categoría y pasta. Madrid tiene una grandeza en la repercusión de los triunfos que seguramente no tenga ninguna otra y Sevilla es la plaza con una categoría especial donde todos los toreros queremos triunfar.

-Supongo que si no triunfas en la Maestranza siempre te faltará algo.

-Eso seguro.

EL TRAGO DE NIMES

-Otro trago que tienes por delante es Nimes, en realidad, si me permites, se trata de una barbaridad, una exageración que rompe moldes, una confirmación con seis victorinos, como aficionado me emociona y me estremece.

-Fue algo personal, se me metió en la cabeza y lo hice. Queríamos hacer algo diferente, algo fuerte y cuando estábamos negociando se me ocurrió lo de los seis victorinos y lo propuse. Una confirmación con seis victorinos, dije. Se me quedaron mirando y me dijeron rápidamente que adelante.

“A donde quiero ir y a donde quiero llegar me obliga a hacer cosas grandes y lo de Nimes está en ese rango. Quedará para la historia, seré el primero que lo haga”

-Debieron pensar: allá tú.

-Donde quiero ir y a donde quiero llegar me obliga a hacer cosas grandes y lo de Nimes está en ese rango. Quedará para la historia, seré el primero que lo haga. Yo ya maté seis victorinos en La Línea, lo hice además con los puntos de la cornada de Pamplona todavía frescos y sé que no es fácil y más en una plaza de primera como Nimes, pero estoy convencido de que pueden pasar cosas importantes.

-Simón, tan innovador él, se quedaría perplejo por no haber sido a él a quien se le ocurriese.

-Simón, como buen visionario del toreo, dijo inmediatamente adelante. Lo cerramos en apenas cinco minutos.

“Si eres capaz de superar el miedo te vienes arriba y te sientes un superhombre”

-Una confirmación sin padrino es pura ruptura.

-Pero lo tenemos. Nada menos que Espartaco. Le llamé allí mismo y aceptó de inmediato. Estará en la plaza y aunque sea de paisano me cederá espada y muleta. Es otro detalle que me ilusiona. El maestro mató dos corridas de Victorino en su carrera y las dos fueron en N-mes. Él sabe de qué va.

-En Valencia todavía no te han acabado de ver.

-Fue una pena. Estas Fallas eran mi segunda comparecencia e iba muy mentalizado. Valencia es una plaza muy caliente, muy torera, de las que nos gustan a los toreros.

-Estas Fallas se te quedarán en el recuerdo, qué horror, qué susto…

-No me soltaba. Me cogió muy feo, por el fajín, y me tuvo mucho tiempo zarandeándome…

-¿Qué se piensa en esos momentos?

-Solo que te suelte, suéltame por favor, te dices. Fueron segundos, pero entre los pitones se te hace todo muy largo. Al final se quedó en apenas dos costillas y no pasó nada.

Tiene razón. Si nada son dos costillas fracturadas, nada. En realidad, nada para lo que pudo pasar ni nada que le haya impedido ponerse a torear rápidamente. La fórmula ha sido aguantar el dolor. “No había otra”, me asegura y no estaba dispuesto a perder ni un día de entrenamiento ni un solo ajuste.

-En el momento en que estoy no puedo perder ningún contrato. Con lo que costó tener contratos como para perderlos. Necesito estar en todos los sitios. Ahora que me han abierto las puertas necesito consolidarme como torero de ferias.

-Entendido.

-Las cornadas son accidentes, no hay que darles más importancia y hay que volver a la cara del toro lo antes posible.

La respuesta define su estado de ánimo, su momento. No ha sido el primer percance, pero sí conviene que ha sido la cogida más espectacular. Atrás quedan tres cornadas de las que se recuperó pronto. La primera en Soustons, aún no había tomado la alternativa, de un novillo de Pedrés que le prendió entrando a matar y acabó cortándole dos orejas; en Villa del Prado, un novillo de Navalrosal le cazó cuando lo toreaba al natural, y la tercera llegó en Pamplona, también entrando a matar…“A los tres les corté las dos orejas”, resalta orgulloso.

Borja Jiménez, en su tierra de adopción: Salamanca. Foto: Menacho

SALAMANCA TORERA

Por la ribera del Tormes ajusta la preparación física, los aficionados le saludan al paso, Borja, qué tal Julián, Borja, suerte, Borja esto, Borja aquello… ya hace que dejó de ser un desconocido. Borja jadea, sueña, suda, sufre, disfruta… Ni un gramo de grasa. Ni una duda. Los ojos hundidos pero vivos. Focalizado en el objetivo: la temporada. Mañana, tarde y noche. Obsesión. Fe y renuncia. Lo que sea necesario. De Sevilla a Salamanca ha sido su viaje vital a la caza de un sueño, su sueño. ¿Migración torera?… no, complicidad, todo suma. Un sevillano en Castilla. Borja acelera, el paso ligero se convierte en carrera, responde al teléfono a la vez. Afina y castiga el cuerpo. Un día y otro y otro. La constancia tiene premio, le dijeron, y ahí está. Insiste: jadea, sueña, suda, sufre, disfruta… Ya vio la luz, pero quiere más.

-¿Cómo se vive en las alturas?

-Bien, bien.

-¿Con frecuencia las alturas provocan vértigo?

-De momento, no, estoy feliz. Hay más responsabilidad, más presión, me exijo cada día más, es obligado, pero es lo que siempre había soñado. Cuando me voy a la cama me voy con la paz personal de que todo lo que debo hacer cada día lo he hecho y eso me da tranquilidad para afrontar una temporada que se presenta como decisiva. No tengo por qué tener vértigo, solo responsabilidad.

-Dicho así, eso de hacer todo lo que debo hacer y hacerlo todos los días, suena agotador.

-A mí personalmente me motiva, pero es cierto que mentalmente agota porque son las veinticuatro horas pensando en lo mismo, pero es la única manera que hay para llegar donde uno quiere.

-Esa intensidad se compensa con pasta, por ejemplo. ¿Ha llegado?

-Digamos que nos van respetando los empresarios. Ahora mismo el dinero es secundario, de verdad, lo que quiero es situarme en el sitio que siempre tuve en la cabeza. Esa es mi obsesión. El dinero llegará cuando tenga que llegar.

“Me gusta mucho torear, me lo paso bien y me divierto, que es algo clave. Ten en cuenta que esto no es un trabajo, esto es un arte y si no disfrutas nunca llegarás arriba”

-¿Y estar en las ferias es tan bonito como creías?

-Que te llamen los empresarios para contar contigo, para torear con figuras del toreo en las grandes plazas… es muy bonito. Yo estoy feliz viendo cómo suceden las cosas por mucho que las negociaciones ahora son más complejas que antes, cuando no había mucho que negociar, en aquel momento te llamaban e ibas o no ibas, mientras que ahora son los carteles, la ganadería, los días… es una liga distinta.

Foto: Menacho

-Antes era cuestión de decir sí y gracias.

-Y si decías algo más corrías el riesgo de no ir. Hasta que rompes tienes que tragar muchas cosas, eso se sabe.

-¿Tragar todo?

-Todo no. Decir no cuando no estás toreando es muy difícil, pero hay que saber hacerlo, ahí está la virtud de un torero. Yo me llevé muchos años toreando una o dos corridas de toros por decir no a algunas que no creía que fuesen mi camino. Al final el tiempo me dio la razón.

-Te habrás cobrado ahora alguna facturilla, claro.

-No, no. Me acuerdo de todo, pero no soy rencoroso.

-¿En esta nueva etapa has hecho esperar a alguno en la puerta?

-No, pero las negociaciones son cosas del apoderado. En ocasiones me pregunta sobre una corrida u otra o una fecha… y siempre le digo lo mismo, que eso es cosa suya, que decida él dónde vamos y dónde no, que yo me dedico a torear. Meterte en las negociaciones es una torpeza porque se te va la cabeza a otros pensamientos cuando lo importante es estar centrado en torear. Para eso existen los apoderados.

“Decir no cuando no estás toreando es muy difícil, pero hay que saber hacerlo, ahí está la virtud de un torero”

-¿Cómo llevas torear seguido, seguido?

-Me gusta y me sienta bien. Cuando toreo a diario cojo soltura. Antes de un compromiso fuerte hacemos muchos tentaderos, me vienen muy bien. Me gusta mucho torear, me lo paso bien y me divierto, que es algo clave. Ten en cuenta que esto no es un trabajo, esto es un arte y si no disfrutas nunca llegarás arriba.

Resitúo la charla por si hubiésemos olvidado el marco. Salamanca, tentadero, charla, salón, carrera, la cabeza en el toro, sin tregua…así de caro está el triunfo, así es su día a día. No hay sitio para más. Al fondo, la voz de su otro yo, Julián, con decir el Guerra basta, que ordena, sugiere, silencia, se ofende o eso parece. Descifran toros, ensanchan ideas, la altura, la profundidad, el toque, la distancia, ese es el lenguaje… El Tormes por el Guadalquivir, una familia por otra familia. No hay traición, si acaso complicidad. Tampoco es el primero. Más sevillano o tan sevillano era Chicuelo y ahí está el testimonio gráfico del torero de la Alameda ante el velador de un café de la Plaza Mayor de tertulia con Granero y Juan Luis de la Rosa, tres soñadores, tres chavalines a vueltas con el toreo, que no hay nada nuevo. Ya ha pasado la Feria, Feria con mayúscula no hay otra que Sevilla. Ahora viene San Isidro y ya será un sin parar de locura, el toro en su esencia es una locura, qué si no.

BUSCANDO LA MEJORA

-Continuamos. ¿Por dónde debe llegar la mejora de Borja Jiménez?

-Por muchos sitios. Técnicamente lo que busco es que los muletazos tengan mucha profundidad, redondearlos, que tengan un encaje de verdad, que la colocación sea muy pura… es lo que trabajo de salón. Tengo que mejorar en todo. Desde la técnica a la colocación, al trazo, a la expresión… porque todo es mejorable y es en lo que trabajamos en los entrenamientos.

-Ahí entrará en juego Julián, todo un personaje ¿Cómo llevas su carácter?

-Hemos congeniado muy bien desde que llegué a Salamanca hace tres años. Me tiene como a uno más de la familia, que es algo fundamental para tener una buena relación profesional. Ten en cuenta que convivimos muchas horas al día todos los días, así que si no hubiese esa buena relación mal iría la cosa. Con solo mirarnos nos entendemos. A mí eso me da tranquilidad.

-¿Lo tuyo es obediencia ciega o alguna vez le llevas la contraria?

-Yo no le diría obediencia, se trata de tener la mente abierta para evolucionar. Yo me puedo poner bruto y decir que lo sé todo y cuando pase un año ir para atrás. En cambio, si tienes humildad para seguir aprendiendo llegará un momento que tu toreo evolucionará lo necesario para mejorar. Y para eso tener una persona que te ayude a crecer es importante. Todos los toreros la han tenido y en mi caso esa persona es Julián.

“En las tardes de responsabilidad y presión es cuando sale mi mejor yo, por eso me gusta tanto Madrid y Sevilla y…”

-Entiendo que es algo muy personal.

-Me siento cómodo con nuestra manera de hacer. Me ayuda. A veces desde fuera se ven cosas que estando delante del toro no se ven.

-¿Si una tarde no te dijese nada te mosquearías supongo?

-Alguna vez lo ha hecho. Sobre todo en el campo. Si un día me ha corregido cosas en el siguiente no me dice nada paraque yo lo razone, lo piense y lo experimente.

-¿Cuál es el momento clave de vuestra estrategia?

-Durante el tercio de banderillas. En ese momento entre los dos analizamos el toro de arriba abajo. Lo que es, lo que está haciendo y lo que pensamos que va a hacer. Eso me ayuda mucho porque cuando cojo la muleta ya se por dónde meterle mano.Es una de las cosas que más me sirven en la plaza.

SUFRIMIENTO Y GOZO

-¿Cómo te llevas con la crítica?

-A nadie le agrada que hablen mal de uno… pero hay críticas constructivas que, aunque no te ponganbien, conviene tenerlas en cuenta.Depende de quién las escriba, del crédito que tenga.

-¿Las lees todas?

-Algunas las he dejado de leer.

“Yo me dedico a torear, meterte en las negociaciones es una torpeza porque se te va la cabeza a otros pensamientos. Para eso existen los apoderados”

-¿Cuál es la tarde que más has sufrido?

-Quizá la de Victorino en el San Isidro último. Venía del triunfo del año anterior, de las tres orejas y había un ambiente de excesivo optimismo, como si fuese a pasar lo mismo y como no se iban cumpliendo las expectativas me iba afectando mucho y más aún me afectó los días siguientes. Fueron días duros.

Extraordinario el toreo genuflexo de Borja a un victorino en Sevilla. En Nimes les esperan seis en unos días. Foto: Arjona

-¿Y el día que más disfrutaste?

-La tarde de Victoriano del Río en Madrid también. Fui muy concentrado, con una mentalización muy fuerte. Fíjate que yo soy de mucho sonreír, pues ese día no seme escapó ni una sonrisa. En Bilbao también disfruté una barbaridad.

-¿Todavía te hierve la sangre cuando triunfan los compañeros?

-Cada vez más, pero no porque ellos triunfen, que el triunfo de uno no está en que los otros no triunfen, sino porque uno quiere triunfar más que los demás.

-¿Quién te motiva más?

-Todos. No te voy a dar nombres por no hacer de menos a nadie, digamos que todos los que están en las ferias. Sí admito que hay varios que hacen que mi mentalidad cambie cuando toreo con ellos.

-Dicho de otra forma, a ver, ¿quién es tu competencia?

-Yo. Compito conmigo, siempre quiero ser mejor torero que el día anterior.

-¿No hay nombres?

-No.

-¿Cómo van los celos de artista?

-No diría que tengo celos, pero a veces veo a compañeros hacerles cosas a los toros y me digo, cómo me gustaría a mí hacerles eso mismo. No son celos, es envidia sana. Sirve de estímulo para apretarte más.

Enjuto, musculado, puro nervio de tanto entrenar, mantiene el peso sin necesidad de hacer régimen alimenticio, me apunta: “Como de todo”. Se ha hecho nada menos que siete vestidos para esta temporada, cuestión que habla muy claramente de sus intenciones y de sus perspectivas. Tantos ternos como el total de cuantos se había hecho hasta ahora a lo largo de su carrera. El que estrenó en Valencia, los que estrenó en Sevilla y estrenará en Madrid, cada día uno, nuevos de trinqui, de la aguja como decían los mayores… Y no hay que olvidar el de Nimes, que para aguantarle el tirón a los seis victorinos  la lógica hace pensar que será muy ligero, que será muy ligero, que bastante pesan los cárdenos, en realidad los cárdenos y los negros, para encima recargar los bordados…

-No he pensado nada espesado nada especial por ahora. Será con el bordado de piñas que lo llevo en todos los vestidos.

Con un lila, se extiende la charla, abrió la Puerta del Príncipe y con otro lila la puerta grande de Madrid, así que no habría que preguntarle por el color de la buena suerte aunque no es torero de muchas manías más allá del por si acaso, así que por si acaso se va a encargar otro lila para este año. Más atención le presta a los chismes, de tal manera que no paró hasta encontrarle la forma, el corte y el peso a lo que considera su muleta y de ahí ya no se ha movido.

-Elígeme un toro para una tarde de compromiso.

-Uno que embista despacio, que tenga mucha profundidad, que se deje hacer mucho daño en el trazo, que admita la presión, que se deje redondear por abajo y hasta el final.

-¿Y para Madrid llevamos ese u otro con más carbón?

-El mismo vale para todos lados. Ese lleva el triunfo grande dentro.

-Tiene su riesgo.

-Ya lo sé, te obliga a torearlos perfectos, pero asumo ese riesgo.

-Adelante, pues, al fin y al cabo sin riesgo no hay toreo.

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Borja Jiménez: es la hora

José Luis Benlloch

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