La canícula ha sido prolija en acontecimientos taurinos. Tal parece que hubiéramos vuelto a los años anteriores a la epidemia de ébola económico que nos aflige a partir del 2007. Hasta El Soro ha soltado su kikirikí en Játiva, demostrando que querer es poder. Aunque yo daría algo bueno porque considerara saldada su romántica aventura con la salida en hombros de su reaparición. Ya ha demostrado que la fe mueve montañas, que el hombre vale lo que vale su fuerza de voluntad, y sobre todo ha cumplido su ilusión de volver a vestirse de luces y matar dos toros a plaza llena. ¿Vale Vicentet? Ahora no nos hagas sufrir más, porque tú sabes mejor que nadie los peligros que encierra cada minuto vestido de luces en un ruedo y la suerte no acompaña todos los días y a todas las horas. Déjanos con la alegría de haberte visto feliz después de tanto sufrimiento. Sería un gran recuerdo.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1926
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