Los periodistas especializados en toros hemos vivido clavados en una cruz que no es nuestra. Ni siquiera somos periodistas, se nos denomina “críticos” en el sentido más crítico de la palabra. En los medios somos los bárbaros de las redacciones, la casquería del periodismo. En el contexto del mundo (más bien mundillo) del toro somos el enemigo que se convierte en amigo por el aficionado al suponer que se nos compra. En rebajas, claro. Lo peor del panorama es que nosotros llegamos a creer que esto era cierto. No lo es. En esta especialidad sucede que los medios ponen a cubrir el asunto “toros” a cualquiera, sucede que a los debates va cualquiera, sucede que comunica y hace periodismo de toros cualquiera, sin filtro profesional o de talento alguno.