Si al señor Sánchez le gustan o no los toros, y si en vez de ir a la plaza piensa dormir la siesta a la hora de las corridas, es algo que a todos los aficionados a la Fiesta de los Toros nos la trae al pairo.
El señor Sánchez se ha dado cuenta, o le han hecho darse cuenta, que metió el remo declarando que no presenciará nunca una corrida de toros. Es muy dueño de hacer lo que le plazca, pero antes de definirse al respecto y dado que es un personaje público tendría que haber tenido en cuenta dos cosas: Una, que hay muchos de sus compañeros de siglas que sí que van a los toros y no por eso se dedican a proclamar por ahí su afición al arte de Cúchares. Y otra, que nadie le había preguntado si le gusta o no la fiesta brava. Cosa absolutamente irrelevante para calibrar sus mayores o menores aptitudes para el difícil cargo político que ostenta.
¿Qué necesidad tenía de meterse en ese charco? Sobre todo habiendo tantas cosas en este país que necesitan ser resueltas, y representando don Pedro a un numeroso sector de españoles que comulgan con sus ideas y esperan que colabore a solucionarlas. El señor Sánchez debe dosificar sus soflamas sino quiere acabar siendo un calco de su antecesor Rodríguez Zapatero, que cada vez que abría la boca subía el pan.
Ahora vuelve a la carga queriendo arreglar su error y sólo ha conseguido enredarlo más todavía, mezclando el arte del toreo con el maltrato a los animales y El Toro de la Vega. En su último intento aclaratorio, que poco aclara, la verdad es que se ha hecho la picha un lío. A mí me gustaría que don Pedro Sánchez nos diera su opinión sobre la corrupción política generalizada que sufre la nación, respecto al trajín separatista de Artur Mas y sus corifeos y las mangancias de la familia Ceaucescu catalana, así como en lo que afecta a los ERES de Andalucía. Asuntos pestilentes, que hacen de España un país cada día menos respetado en el mundo civilizado.
Pero si al señor Sánchez le gustan o no los toros, y si en vez de ir a la plaza piensa dormir la siesta a la hora de las corridas, es algo que a todos los aficionados a la Fiesta de los Toros nos la trae al pairo. Aparte de que callado queda más guapo.
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Callado queda más guapo
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