Nos hemos preocupado de la crisis en una sola dirección. En la reducción del mercado y su impacto en las ganaderías y en los escalafones. Menos festejos, menos demanda de toros, más toreros sin torear, temporadas de figuras a menos de la mitad de lo que nos acostumbraban. Pero la crisis ha tenido una sutileza de cambio que ha trastocado, y, a veces trastornado, la personalidad de plazas de toros. De importantes plazas de toros. Por ejemplo, la de Sevilla.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1965
