Sean generosos con el toreo, el que da razón de ser a esa plaza. Y a todas. Ese fin social no justifica los medios. El primer necesitado es, hoy, el toreo. Ese que con un festival donde torearon los mismos que no quieren torear con Canorea, dejaron un donativo de casi 140.000 eurazos...
Estimados Maestrantes:
Me he portado fatal. He sido malvado, perverso, irreverente. De chico partía cristales con mi tirachinas, de adolescente espiaba las faldas de los uniformes de ellas en los colegios y de adulto hice un pacto con ese niño y ese adolescente para joder al mundo. Soy la reencarnación de Bin Laden. Confieso. Me merezco carbón. Pero ya sé que no tienen, que esto está muy mal. Acepto pues un pagaré por cien gramos de carbón a cobrarse en las navidades de dentro de cien años. Es más, me apunto voluntario a la lista de personas non gratas y pido acceder al puesto de enemigo público number one, a ver si así soy el primero en algo, cuestión que agradecería mi mamá que está en los cielos. Si es que le dejan estar, porque los cielos son de ustedes, de los reyes, de los descendientes de los reyes, y de los dioses. Es buena gente, distinta a mí. Palabra.
Por pedirles, les pido el mejor regalo: pensar. Que piensen. La mayoría de ustedes dirigen, gestionan y participan en empresas cuyas estructuras son acordes con los tiempos, algunas cotizan en bolsa, y según informaciones, gozan de una salud económica bastante potable. Enhorabuena. Tengo entendido que ustedes tienen una buena valoración social por sus actividades, cuestión que no pongo en duda. Sí pongo una: el inmovilismo respecto a la Fiesta de toros que ejercen. Piensen dos cuestiones: una, que los tiempos cambian. Cambian tanto que ya no sucede como en esas dos temporadas en las que la empresa cobró los derechos de transmisión de las novilladas y ni se transmitieron. Esos cinco años seguidos en los que entraba tanto dinero que no había tiempo para contarlo. Se contaba al peso.
Durante esos años, ustedes ingresaron unas buenas cantidades fruto de dos cosas: de la plaza de la que son dueños, y del toreo que allí se ejercía. De los ganaderos que trabajaban duro, de los toreros que trabajaban duro. Siempre, tiren de hemeroteca, opiné que el porcentaje que ustedes cobraban era excesivo. Lo vi, no como un canon de arrendamiento sino como los beneficios antes de resultados. Una cuestión que ustedes jamás harían en sus empresas. Incluso si ese altísimo porcentaje se dedica a obras sociales. Dicen que ustedes son generosos. Pues sean, primero, generosos con el toreo, el que da razón de ser a esa plaza. Y a todas. Ese fin social no justifica los medios. El primer necesitado es, hoy, el toreo. Ese que con un festival donde torearon los mismos que no quieren torear con Canorea (por una cuestión que deriva de esta carta, de ustedes) dejaron un donativo de casi 140.000 eurazos. Esos que les dirían que sí a una corrida benéfica para una razón de peso, pues lo han hecho toda la vida. Ganaderos a coste cero y toreros a coste cero siempre los ha tenido el toreo y esa plaza, también. Piensen. Hagan obra social justa: primero Dios, luego los demás santos. Ayuden al toreo. Cobren unos años sólo los costes, hagan obra social hablando con los toreros y ganaderos, no con los beneficios antes de resultados.
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