Excelentísimo señor: Cuando se escucha el sonido de la persiana, al echar el cierre de la temporada, nos damos cuenta de que ésta grita. Quizá llora, pero eso no lo vamos a decir. Somos españoles. No nos ha quedado ni para el aceite de la cerradura. Chirría. Cerrado el chiringuito, cada cual a su casa y Dios en la de todos. Dios, que es buena gente y no quiere hacer gasto, se lleva el taper. Hay gente de orgullo al estilo Lope de Vega que no quiere que el Señor vea lo que hay en su cocina, un poco de todo y un mucho de nada. Anote esto para la ecclesia como causa del abandono de la fe: los del toro somos tan hidalgos que queremos que ni Dios vea la ruina de casa. Brillan las espadas, sí. Hay armaduras y penachos, los escudos relucen, las espuelas avivan cortantes, los estribos puede que aún sean de plata. Pero el caballo hace tiempo que no come. Y seguimos siendo caballería.
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