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Castella, arrestoso, torero y honrado

Fue la tarde de Castella. Contra el viento, contra el ambiente, contra una corrida desabrida y deslucida de Cuvillo que no parecía de Cuvillo. Fue una cuestión de amor propio.

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Fue la tarde de Castella. Contra el viento, contra el ambiente, contra una corrida desabrida y deslucida de Cuvillo que no parecía de Cuvillo. Fue una cuestión de amor propio. Un quiero y quiero y quiero hasta conseguirla. No fueron faenas de florituras ni delicadezas, ni falta que hizo, el francés se agarró al suelo, a la firmeza, a los bemoles, en un toro y en otro y acabó llevándose la gloria al huerto para satisfacción propia y del personal, de tal manera, con tal pasión que no sabe lo que lo agradecimos en una tarde en la que todo parecía deslizarse sutilmente hacia ninguna parte. Los compañeros pasaron el trámite. No más. Fandi con más excusa, ese cuarto toro tardará en olvidarlo, Luque con excesivo conformismo, como entregado al sino general que marcaban los toros que anduvieron, lo poco que anduvieron, sosones y desabridos.

Castella vino con las ideas más que claras, se aferró a su carácter y su muleta y acabó saliéndose con la suya. Premio. Suele ocurrir cuando se viene con esa actitud. Las dos faenas tuvieron estructuras parecidas, arranques fogosos, por estatuarios en su primero, con pases cambiados en su segundo y en ambos casos marcó la diferencia con la zurda, y en los dos se volcó con la espada sobre el morrillo en sendos volapiés de ajustada ejecución. Cortó una oreja de cada toro, le pidieron con fuerza la segunda en su segundo que Amado, presidente de turno, para mantener criterios de días anteriores no concedió sin que en este caso se formase el revuelo de otras tardes. En ese mismo toro había cambiado el tercio por su cuenta y sin razón como quedó demostrado. Supongo que sería rutina o distracción o todo, así que el matador se hizo el longuis e impuso su criterio para que se picase el toro. Afortunadamente. No pasa un día sin un pegote.

Fandi se llevó el bueno y el malo de la tarde. Un precioso colorado de abundante clase y justa anatomía que abrió plaza y un torazo grande y zancudo, manso y malintencionado que apareció tras la merienda. Como sería el mozo que en banderillas ya había puesto a prueba piernas y corazón del granadino en unos arreones violentos de ida y vuelta. Los iniciaba como un torbellino cuando menos se lo esperaba el torero y los acababa cuando perdía la presa para volverse a sus trincheras de toriles y preparar un nuevo ataque. En la muleta no mejoró así que al Fandi le duró semejante prenda poco más de lo que le hubiese durado a un artista dicho sea para entendernos.

Nada que ver con su primero, un dije, el único que recordó los años dorados de la divisa, lo que se dice un zapatito colorado que embistió con ritmo y clase hasta que se apagó, por eso la faena tuvo aires de artista en la primera parte en la que Fandi le arrastró la muleta con dulzura sobre la derecha y se diluyó en el tramo final cuando el cuvillo se ahogó en su propia nobleza. A ese sí que lo pudo banderillear para medalla, con olímpico lucimiento diría y mucho disfrute del torero y del público que levitaba sobre sus asientos en aquellos alardes de facultades en una y otra dirección.

Lo de Luque tiene difícil justificación. No tuvo un buen lote, su segundo fue un borrico con la tarde vencida y su primero no fue especialmente malo, ni bueno, ni tampoco él dio la sensación de querer rebelarse, más bien pareció conformado con su suerte. Lo mejor de su labor el arranque poderoso y por abajo a su primero, del resto queda poco en la memoria. Nada que ver con el Luque de Fallas.

Antes de acabar la crónica quiero decir que hubo menos de media plaza, poco lustre en los tendidos, entiendo que más de lo mismo en las taquillas con lo que eso supone y pesa, caras largas en el callejón y abundante preocupación general. Más o menos lo que ocurre en la calle de esta España de nuestros dolores. Ya lo dijo Ortega, el filosofo, quien quiera saber lo que pasa en España que se asome a una plaza de toros. Pues exactamente eso. Y por eso mismo, ver un tipo valiente y arrestoso, responsable y honrado, salir por la puerta grande, reconforta.

CRÓNICA PUBLICADA EN EL PERIÓDICO LAS PROVINCIAS EL 26/7/2013

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Castella, arrestoso, torero y honrado

José Luis Benlloch

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