Cinco minutos y veintidós segundos ha durado el segundo encierro de las fiestas de San Fermín de Pamplona protagonizado por los toros de Cebada Gago. Un encierro a la antigua, de los que ya no se recordaban, de la la época pre antideslizante (y otros cambios), no solo por su duración -larguísima- sino por la tensión y el peligro que se ha mantenido a lo largo de toda la carrera después de que un toro, el 23-Caminante, se quedara rezagado al final de la calle Estafeta.
El encierro comenzó de manera vertiginosa ya que un toro castaño se puso al frente de la manada adelantándose a sus hermanos y cabestros, y estirando la carrera. Pese a los huecos que se abrían, les costaba trabajo a los corredores coger toro por la gran velocidad que llevaban y por la cantidad de gente que había en las calles, formándose varias montoneras a lo largo del recorrido, incluida una en el callejón de la plaza.
La carrera desde Estafeta quedó partida en dos (o tres), con el toro castaño por delante, tres negros y un ensabanado más atrás, y por detrás Caminante, que se erigió en el gran protagonista de la carrera. A partir de ahí, el toro, mirando a izquierda y derecha, volviéndose hacia atrás, frenándose y arrancándose, fue guiado hasta la plaza por los mozos y pastores no sin antes protagonizar varios momentos de mucho peligro como cuando en la misma entrada a la plaza, se dio la vuelta y chocó frontalmente con los cabestros escoba.
El parte médico arroja un herido por asta de toro y siete traslados por diversas contusiones tras una carrera de máxima tensión.
La corrida será lidiada esta tarde por una terna compuesta por Antonio Ferrera, Román y Pepe Moral, que sustituye a Víctor Hernández.