Se esperaba muchísimo más de los toros santacolomeños de Los Aránguez en Mérida. Uno a uno, los bureles de Jesús Riera dejaron mucho que desear en cuanto al juego ofrecido, llegando con las fuerzas y el gas de la bravura y la emoción muy justos. Los toreros suplieron todo eso a base de entrega y así alcanzaron el triunfo Colombo y Marco Pérez.
La tarde comenzó gafada, pues el toro del debut del valenciano Román ya desde toriles salió con las fuerzas y el motor justo para seguir las telas. Tuvo que echar mano el torero de paciencia para ir sacando muletazos del noblote pero ayuno poder del animal. Al salir de pinchar al primer viaje con el acero, perdió pies en la cara del toro, de donde saldría con una fuerte paliza, la que le llevaría luego a la enfermería donde no saldría hasta la lidia del que cerró plaza. En la enfermería le apreciarían una cornada interna en uno de sus muslos.
En su segundo, tras correr turno, en sexto lugar, despachó Román una joyita que desde su misma salida dejó claro que no estaba para florituras, cortando el viaje y frenándose en los engaño. Román, renqueante, salió apañado con un vaquero tras ser operado bajo anestesia local. Mucho fue el intento y el esfuerzo ante un astado a contraestilo. Quedaron las ganas de volver a ver al valenciano.
Esperada era la presencia de la primera figura del toreo venezolano, Jesús Enrique Colombo, que horas antes había llegado a la ciudad de su periplo azteca. Pechó primero con un animal de noblota condición en especial por la mano zurda, pitón por donde basaría el trasteo tras comprobar la larga y ralentizada condición para seguir las telas por esta mano. Varias fueron las largas tandas de un Colombo que supo encandilar al público, en especial con sus espectaculares tercios de banderillas y prolífico repertorio. El contundente espadazo, traserito, sería suficiente para enviar a las mulillas los despojos del bovino y con ello el corte de las dos orejas.
Otra cortaría de un faena de intermitencias en la que nuevamente supo entender las teclas de una embestida poco emotiva. Hubo entrega y disposición del torero que valieron, tras un pinchazo y un espadazo perpendicular, para concederle otra oreja.
El atractivo de la tarde llevaba nombre propio: Marco Pérez. No tardó en resolver el balance de su actuación tras una faena en la que dejaría evidente su grado de sapiencia para sacar partido al noble pero endeble animal con el que se las vio. Vibrantes fueron las series por la mano diestra y de mayor contenido las que se entretuvo de endilgarle por naturales, las que colocaron unánimemente de acuerdo a la parroquia. La estocada entera, trasera y tendida no fue impedimento para que la pañolada desatada reclamara el corte y concesión de las dos orejas.
La tarde se tornaría gris y plomiza, como el ambiente climatológico, ante su segundo, animal de escasa emotividad en sus embestidas, anodinas, encontrándose a un Marco Pérez por encima del astado. No estuvo acertado con el estoque ni con el descabello, escuchando los dos avisos. Con el que cerraría función, sobrero de regalo, sería más de lo mismo, en una tarde-noche de toros destinada al desánimo. Se atascó de nuevo con la espada.
Mérida (Venezuela). Lunes, 3 de marzo de 2025. Toros y novillos de Los Aránguez (7º, como sobrero de regalo), en su conjunto discretos de presentación, descastados y a menos en la muleta. Román, palmas y silencio tras aviso; Jesús Enrique Colombo, dos orejas y oreja; y el novillero Marco Pérez, dos orejas, silencio tras dos avisos y palmas tras aviso en el de regalo. Entrada: 14.000 personas. Román pasó a la enfermería tras la lidia del primer toro al recibir una cornada interna en el muslo. Se retiró de la profesión el picador Luis Quintana, quien picó su ultimo astado a las órdenes de Marco Pérez.