Y ahora qué? José Tomás ha vuelto y la temporada la ha puesto cabeza abajo. Sobre todo porque ha vuelto el mejor José Tomás; y encima con la madurez que da la evolución positiva y el talento para saber administrar los tiempos, sacarle lustre a la pureza y ligar seis actos en una representación con el denominador común de la unidad. El José Tomás de Nimes sin duda es menos esa versión moderna del manoletismo y la angustia con sabor a limón y sangre y mucho más el crecimiento sobre aquella pureza del 97, 98 y 99 que formaron la trilogía con la que se ganó el derecho a ser un torero de época.
Pero visto lo visto y comprobado que a este torero le han bastado tres recitales para marcar las diferencias, aparecen varios dilemas que crecen tras la matinal nimeña. Sin necesidad de hacer temporada, con el silencio y el misterio por bandera pero con una carga artística poco cuestionable, el de Galapagar ha opacado tal vez demasiadas cosas.
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