EL PUYAZO

Cuidado con la húmeda

Paco Mora
sábado 24 de octubre de 2020

Me dijo un día uno de los taurinos más solventes que he conocido en mi larga vida de aficionado que no se fía de los críticos que no tienen capacidad de elogio. Yo tampoco. Como no me inspiran demasiada confianza los toreros que después de andar aperreados toda la tarde le echan toda la culpa de haber tenido que sudar la camiseta a los toros. En Barcarrota disfruté el pasado jueves -vía televisiva- viendo como la solvente muleta de Perera limaba las asperezas de dos toros bravos, uno de ellos, el tercero, de vuelta al ruedo, bravísimo, al que le cortó las dos orejas. Y el descabello tuvo la culpa de que no se las cortara también al primero. Pero es que se da el caso de que puede que la muleta de Miguel Ángel sea la más solida del toreo actual. Una muleta que castiga y acaricia según las condiciones del bicorne adversario.

Echarle la culpa al toro es un recurso muy socorrido cuando en la batalla ha perdido el torero y ha ganado el oponente

Por supuesto que los de Fuente Ymbro no fueron los gatos maula que Garrido parece que esperaba para ganarle la pelea al de Puebla de Prior, como había dicho unos días antes de la corrida. Con esos toros hay que saberse la asignatura al dedillo, tener valor para aguantarles las embestidas y aplicarles el ritmo, la templanza, las alturas y el mando que su bravura necesita apara entregarse al mando del torero. Y de esas cinco condiciones hizo Perera un alarde toda la tarde. Por eso, cuando le pusieron delante el micrófono no tuvo necesidad de dar demasiadas explicaciones; ya lo había explicado todo con su poderosa muleta.

Sin embargo a Garrido, con un gran respeto para él cuando torea, a la hora de justificarse le sobró la saña con la que habló del toro, con el que, aunque el público le otorgó una benévola oreja, anduvo a la deriva durante toda la lidia. Echarle la culpa al toro es un recurso muy socorrido cuando en la batalla ha perdido el torero y ha ganado el oponente. Con ello se minimiza al ganadero y se menosprecia la categoría del adversario, innecesariamente porque el público sabe muy bien lo que ve. Y lo que vio en Barcarrota fue cuatro toros muy encastados, especialmente tres, y dos toreros que cada uno puso de relieve en el ruedo sus condiciones y categoría. En fin, que Garrido estuvo mucho mejor toreando, pese a todo, que dándole a la húmeda por el micro de Movistar. Y es que las cosas son como son y no como uno quisiera que fueran.

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