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Curro Díaz: “Mi padre me inculcó el toreo que le inspiraba Fuentes, Ordóñez, Camino…”

Curro Díaz: “¿Que si los ricos van a dejar que me siente a su mesa?… ¿Y quién dice que yo no soy un rico? (CAPÍTULO I)

Acogido y feliz en Sevilla, va ya para una década que llegó a Serva la Barí de la mano de Ignacio González; leal no obstante a su Linares del alma que le imprimió carácter, ya se sabe que ser de Linares nunca fue cualquier cosa; celebrado y acogido con alborozo por la afición de Madrid, siempre deseosa de toreros que huelan a torero, de toreros de los que inspiran leyendas… Ese es exactamente el universo en el que habita actualmente Curro Díaz, torero de culto.

-Sigo siendo de Linares pero no me siento nada extraño en Sevilla, donde me tratan como a uno de ellos, y qué decirte de Madrid, a Madrid siempre acudo con gusto y cargado de sueños.

Su padre, Paco, administrativo del hospital de los Marqueses de Linares, aficionado práctico cuando a ese reconocimiento se accedía por algo más que por torear alguna churra previo pago, alternó en decenas de festivales por todo el territorio jienense con Antonio Palomo, El Bañusco, Alonso… y puso el alma, corazón y vida en darles carrera a sus hijos, tres nada menos, una abogada, una sicóloga y un torero, tarea harto difícil para su economía doméstica que exigía imaginación y sacrificio. Por todo eso, Paco, al que no hace tanto vi romperse la camisa para celebrar la felicidad de su hijo, está en el origen de esta historia.

-No tendré vidas para agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Juntos nos hemos equivocado mucho y juntos hemos acertado mucho. Si no fuese por él no estaríamos haciendo esta entrevista.

-¿Te obligó a ser torero?… conociendo su pasión por el toreo y por cómo lo vive se puede pensar eso.

-No, obligarme no, apoyarme sí. Cuando llegó el momento me apoyó todo lo que hizo falta y más.

-Ya sabes lo que siempre se dice de los padres.

-No era amigo de darse coba. Yo era buen estudiante, hubiese podido sacar alguna carrera universitaria y todo hubiese sido más fácil para él y seguramente para mí, pero alguna cualidad vería en mí como torero… y aquí estoy, gracias a él.

-Y él, encantado.

-Claro, seguro, y ahora más que nunca. Ahora mismo lo está disfrutando mucho.

-Estábamos en que no te presionó.

-Nunca tuve esa sensación. Él me explicó y me enseñó lo difícil que era esto y yo lo acepté. Luego vinieron los sacrificios por las dos partes, ten en cuenta que la economía familiar era la que era, mi familia no es rica y todo tenía que ser a base de sacrificios.

-Mentor y maestro, se demuestra que en la educación taurina no se necesita ser figura para ser un buen maestro.

-Yo toreo como toreo por él. No tuve otras influencias externas. Sin ser siquiera un profesional, sin saber más de lo que sabía, mi padre me inculcó lo que él creía que era el toreo. Era una visión un poco utópica, lo que le inspiraban José Fuentes, Ordóñez, Camino… que eran sus toreros y lo que al final nos ha traído hasta aquí.

“Mi padre me inculcó lo que él creía que era el toreo. Era una visión un poco utópica, lo que le inspiraban José Fuentes, Ordóñez, Camino… que eran sus toreros. No conocíamos la técnica, así que tuvo que ser una inmersión a puro pulmón”

-No eran malas referencias.

-Él tenía en la cabeza ese toreo y con sus cortas luces técnicas, porque no había sido profesional, es lo que me fue inculcando.

-En cualquier caso, profesional o no, no hubiese sido posible si aquel chiquillo no participase de ese mismo concepto.

-Desde luego, pero con la técnica se adelanta mucho y nosotros no la teníamos, él no la tenía y claro, no me la podía transmitir, sólo me transmitía el concepto. Fue una inmersión a puro pulmón.

En aquel ambiente llegó el momento de que el chavalín torease por vez primera. No fue muy planeado. Todos sabían que tenía que suceder y sucedió. Fue, recuerda Curro, en una finca de Manolo Hurtado, a la vera de la estación de Linares-Baeza. El grupo de amigos del padre había ido a elegir unos becerros para un festival en Mengíbar y entre bromas, dimes y diretes le acabaron comprometiendo al chiquillo de tal manera que tuvo que salir. Le dieron una muleta, se fue a la becerra y desde ese momento no cejó en el empeño de ser torero, torero bueno, que no es exactamente lo mismo ni está al alcance de cualquiera. Al fin y al cabo los orígenes obligaban. No llegó a conocer los tiempos de José Fuentes, de Palomo, de Curro Vázquez…, vaya cartel para un mismo pueblo, tan grandes y tan diferentes. Él llegó cuando Ponce, que siendo de Valencia marcaba tendencia en la zona de Linares, y se sumó a la lista.

“Soy muy autocrítico, por eso es difícil que me pueda sentir bien conmigo mismo. Siempre hay algo. En ocasiones me he visto torear y me ha hecho hasta daño físico ver lo que estaba viendo”

SÓLO SUPERSTICIONES LÓGICAS

Seco, fibroso, cara angulada, piel castigada por el sol y los vientos de las sierras, calzona baja que tan de moda está, prohibidos los vaqueros, botos cortos de media caña, respetuoso con las normas de cada casa, atento al ¡párala, ponla, toréala…! y a dar un consejo a un tapia que se vea en apuros. Y no es que se considere supersticioso, pero si un día no tiene suerte con los animales no se pone más aquella camisa o aquella calzona, de la misma manera que si hay gracia puede estar repitiendo indumentaria como le ocurrió con un chalequillo de rombos toreramente horrible que lo paseó por media España y lo apuró hasta lo impensable. “Aún lo guardo”, me dice casi desafiante, “no era tan feo como decíais. Algún día me lo pondré”. En ocasiones le he visto tentar con unos zahones torerísimos, del color de la avellana de tanto lustre y tanto cuido como les dedica. Los saca sólo en ocasiones concretas, me cuenta, y no para que le eviten varetazos ni otros accidentes: “Los zahones son incómodos siempre. Yo me los pongo para economizar movimientos, si te cuesta moverte con facilidad te fuerza a torear con las muñecas y eso es un entrenamiento más eficaz”.

Lejos de los tentaderos tampoco es persona de muchas manías: “Cada vez menos y supersticiones sólo tengo las lógicas”… ¡Ah, ya! supersticiones lógicas… “Sí, no pasar por debajo de una escalera, por ejemplo, no quiero que pongan un sombrero en la cama… las cosas lógicas, ya sabes, lo normal, pero no me quitan la cabeza”.

EL DOLOR DE LAS CRÍTICAS

La temporada asoma cargada de planes, muchos, su ilusión es que se cumplan las expectativas, torear muchos toros bien, triunfar pero … “Lo que más me preocupa es no defraudar a nadie ni tampoco a mí. Necesito estar bien conmigo mismo y eso lo veo casi imposible”, me insiste.

-¿Eres autocrítico?

-Sí. Mucho. Por eso es difícil que me pueda sentir bien conmigo mismo. Siempre hay algo.

-¿Alguna vez te has visto mal?

-Muchísimas veces. En ocasiones me he visto torear y me ha hecho hasta daño físico ver lo que estaba viendo. Sí, sí.

-¿Pensaste que el triunfo no venía más aprisa por culpa tuya?

-En ocasiones sí, otras no. Alguna culpa habré tenido para que no llegase más aprisa, claro.

-¿Lo que más te dolía que te dijesen y no era cierto?

-Eso de que era un torero corto, lo del muletazo corto… Al principio me dolía quizás porque alguna razón tendrían al decirlo, pero también porque no lo entendía.

-¿No lo entendías?

-Es que muchas veces no era verdad. Mi concepto del toreo se basa en la verticalidad y no entendía cómo toreando derecho, con los riñones metidos y el mentón clavado en el pecho, el muletazo pudiera ser más largo. Ese era mi toreo y al que pretendía ser fiel y si me lo desmontaban, me dolía. Luego, con el tiempo, lo fui entendiendo y mejorando.

“No entendía cómo toreando derecho, con los riñones metidos y el mentón en el pecho, el muletazo pudiese algún día ser más largo. Luego, con el tiempo, lo fui entendiendo y sí, es posible”

-¿Pero al final podía ser más largo, no?

-Podía ser más largo, podía ser más largo. Lo reconozco.

-¿Cómo, cuándo lo descubriste?

-Fue por necesidad, cuando por culpa de la lesión no podía moverme mucho, en realidad apenas podía moverme y para seguir toreando tenía que hacer algo que no había hecho hasta entonces. Tenía que llevar los toros más lejos, alargar el trazo del muletazo para quedarme colocado sin enmendarme. De la necesidad hice virtud.

-¿Ese ha sido tu punto de mejora?

-Artísticamente sí, seguramente. Aquella situación también me cambió la perspectiva de la vida. Desde ese momento le di importancia a la salud, que era algo que nunca había valorado. Es que llegué a pensar que no volvería a torear.

-¿Sí?

-Nunca lo dije públicamente pero cuando te acuestas por la noche y un día y otro notas que no puedes levantar el pie, que pasan los meses y no mejoras, se te hace muy duro. Yo ya había vuelto a torear pero no podía competir, no estaba en igualdad de condiciones con los compañeros y eso es muy duro.

-La prensa te ha tratado siempre bien y ahora mejor aún.

-Eso es cosa de los vientos. Cuando vienen de cara todo sale. La prensa habla bien de ti, los empresarios te llaman, la gente quiere verte… y al revés, cuando las cosas se tuercen todo viene del revés y es difícil cambiar la dirección de ese viento. En esos momentos hay que resistir y aguantar para cambiar.

-¿Aunque andes ya por el minuto noventa y tres?

-En ese minuto más todavía. Yo creo en ese minuto. Es duro pero luego, con el tiempo, entiendes muchas cosas. En ese momento no, yo en ese momento de dureza y dificultad estaba arrancado con el mundo, pero ahora lo veo todo con más serenidad por eso te digo que no tengo cuentas pendientes con nadie.

-Estábamos hablando de la temporada que asoma, de planes, de proyectos y no me has dicho si quieres torear mucho o si prefieres medirte, si prefieres seleccionar, si vas a ser muy selectivo…

-Yo lo que quiero es torear. Por descontado que no pongo topes. Me encuentro en plenitud de facultades y me apetece torear.

-El año pasado mataste todo tipo de corridas, incluidas algunas de las que no se saborean en las mesas de los ricos. Y te fue bien.

“¿Sabes cuál es la corrida de toros realmente mala?… la que cuando vas a matarla no hay nadie en la plaza. Si una plaza tiene un estilo torista y la corrida es lógica e interesa a la gente, vas y la matas. A la gente hay que darle lo que demanda. Yo no me voy a esconder”

-Y no voy a renunciar a ellas. No voy a decir esta no la mato ni esta otra la dejo de matar. ¿Sabes cuál es la corrida de toros realmente mala?… aquella que cuando vas a matarla no hay nadie en la plaza. Si hay una plaza que tiene un estilo torista y la corrida que hay que matar es lógica e interesa a la gente, vas y la matas. A la gente hay que darle lo que demanda. Yo no me voy a esconder. Para que veas que no es palabrería, una de las primeras corridas que voy a matar este año es la de Victorino en Arnedo.

-¿De todas esas ganaderías cuáles son las que mejor te van, con las que mejor te entiendes?

-Sin duda con santacoloma, saltillo… Eso se me da bien. Adolfo, Victorino… Alguna de santacoloma también la he toreado a gusto.

-En Bilbao no funcionó la cosa.

-Sucedió algo extraño. Fue una tarde en la que no hubo triunfo pero hubo muchos aficionados que me valoraron, en la tele también hicieron buenos comentarios y pese a todo esa corrida me dio mucho… El día siguiente en Almería, con otra de Victorino, pude triunfar con fuerza.

-Dio la sensación de que dejaste la obra sin rematar.

-Probablemente diese esa sensación pero aquello estaba hecho, el toro tenía lo que tenía, son ganaderías en las que el toro te marca el momento y te dice hasta aquí he llegado. Hoy haría exactamente lo mismo.

“En Bilbao quizá diese la sensación de que faltó algo pero aquello estaba hecho, el toro tenía lo que tenía, son ganaderías en las que el toro te marca el momento y te dice hasta aquí he llegado. Hoy haría exactamente lo mismo”

Ha ido al sastre, aunque en realidad no tendría que haber ido, le hubiese bastado con llamar teniendo como tiene las mismas medidas de siempre desde tiempos de novillero. Se ha encargado dos vestidos que suma a otros dos que se hizo a final de temporada. Los ha elegido su madre, que siempre tuvo buen bajío, igual que su padre, que fue quien eligió el grana de Madrid que tanto se diferenciaba de los colores claritos que siempre lució Curro. Acabamos de pasar el puente del Centenario, referencia de modernidad bien entendida, otra cosa es la Torre de Sevilla que asoma a lo lejos y tanto distorsiona la imagen de tan hermosa ciudad. Ni que quisiera competir con la Giralda, que sí quiso y así le va.

-Tú eras un matador muy espectacular y hasta seguro, pero este año cambió el signo de las cosas. Te lo recuerdo para que todo no sean piropos.

-Este año me he dejado muchas puertas grandes con la espada, efectivamente. Por mi forma de interpretar la suerte, que yo creo que es muy pura, me tiro muy derecho y hay toros que no te dejan pasar y los pinchas, en compensación con el que te deja resulta muy espectacular. Hay toros que se deben matar con habilidad y otros que se pueden y se deben matar con el corazón y yo he sido muy torpe para matar con habilidad.

Al hilo de la charla se reconoce poco listo o poco habilidoso en la plaza, que, según en qué momentos, puede considerarse una manca profesional. “He sido egoísta en algunas ocasiones por hacer lo que sentía y no lo que debía hacer, no he querido fingir ni engañar”. Bajando del auto suena su teléfono, unos señores le reconocen y le desean suerte, cita a su banderillero para otro tentadero mañana, acababa de desestimar otra invitación para pasado mañana, “lo dejamos para la semana próxima”, se ha excusado antes de explicarme: “Es que tampoco quiero torear demasiadas vacas”. Vuelve a sonar el teléfono, le saludan desde la otra acera, ¡Curro, buenas noches! Buenas noches… y aprovecho por último para inquirirle sobre su nuevo estatus profesional. Poder decir no o simplemente poder preguntar, le digo, cuánto vas a ganar debe ser una satisfacción grande en una profesión en la que el dinero tiene tanta simbología y tanta importancia.

-No creas. Mis satisfacciones en estos momentos son otras.

-Antes no lo podías hacer.

-Siempre supe lo que iba a cobrar. O lo que no cobraría. Siempre supe el dinero que ganaría. Era otro momento, claro, ahora es más fácil todo. Esto es la ley de la oferta y la demanda, cuando interesas no cuesta trabajo que te paguen y cuando no interesas cuesta hasta que te pongan.

-Ya, son los vientos que dices tú. Ahora vienen a favor. Buena travesía. Buen toreo. Que sigas siendo Curro.

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Curro Díaz: “Mi padre me inculcó el toreo que le inspiraba Fuentes, Ordóñez, Camino…”

José Luis Benlloch

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