Curro Díaz, puerta grande, deslumbra en Las Ventas

Fotos: JAVIER ARROYO

El segundo de Gavira fue devuelto por falta de fuerzas y en su lugar se lidió un sobrero de Torrealba, bien hecho, noble y con calidad pero sin sobrarle nada. A Curro Díaz se le vio muy a gusto desde el primero momento, desde un sabroso inicio por abajo. El de Linares supo buscarle el fondo de nobleza al toro en una faena en la que toreó relajado sobre ambas manos; con ligazón y despaciosidad sobre la diestra y con hondura al natural. Su labor fue una mezcla de armonía, gusto y sabor. Excelente la puesta en escena, la forma de entrar y salir de la cara del toro. Hubo torería y naturalidad. Bonitos los trincherazos con los que abrochó la actuación. Pese a la estocada corta arriba y los dos golpes de descabello el público, muy metido en la faena, le pidió la oreja que el palco concedió.

Al cuarto, un gavira con nobleza pero de ritmo cambiante y que punteó los engaños, le cuajó una faena de menos a más. Lo asentó al principio en una primera parte de faena en la que fue haciendo al toro para torear de foma sensacional de mitad en adelante. Cuando se echó la muleta a la izquierda la faena creció. Caligrafía muy medida, todo templado y un toreo al natural extraordinario. Una tanda a pies juntos fue cumbre. Labor pura, entregada y aderezada de ese empaque y naturalidad del torero de Linares. Todo ligado. Con mucho sabor y poso. Una gran estocada como colofón. Oreja incontestable.

Se hizo cargo Curro Díaz del sexto tras la cogida de David Galván. El de Linares no pudo redondear su tarde frente a un animal deslucido y sin ninguna clase. Abrevió Curro Díaz ante las nulas posibilidades de lucimiento.

SINCERA FAENA DE UN GALVÁN HERIDO

David Galván sorteó en su primer turno un toro bueno, con clase y buena condición. Gran actitud desde el comienzo del torero gaditano que fue herido en el gemelo derecho en un pase cambiado con el que abrió faena. Ni se miró Galván pese a sangrar abundantemente. Sincero y meritorio esfuerzo. A base de temple y de estar muy puesto y metido, compuso una faena con personalidad y sobre todo en la que fluyó la personalidad de Galván. Muy asentado y templado en la primera parte; y una segunda fase con circulares ligados en un palmo de terreno. Faena de largo metraje. Un aviso antes de montar la espada. Cerró por manoletinas ajustadas. Contudente la estocada antes pasear la oreja.

Juan Ortega confirmó alternativa con un toro serio que lucía dos velas por delante y llenaba la escena. Noble pero sin rebosarse y desarrollando genio, el animal permitió al sevillano estar a gusto e instrumentar algunos muletazos templados sobre el pitón derecho. Labor sosegada y clásica aunque sin explotar. Se corrió turno por la cogida de Galván y Juan Ortega estoqueó el previsto como sexto. Fue éste un animal descompuesto y deslucido con el que Juan Ortega quedó prácticamente inédito.