BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Foto: Antonio ViguerasFoto: Antonio Vigueras

Daniel Luque, más bravo que los victorinos

José Luis Benlloch
lunes 20 de marzo de 2023
El diestro de Gerena cortó una oreja que debieron ser dos por los méritos contraídos; Ureña, sin toros, no pudo darle continuidad a su éxito inicial en la feria; los caballos de los alguaciles detalle a resolver con urgencia

La tarde tuvo un nombre propio, Daniel Luque, lidiador de largo poder y muchos recursos que vive un momento pletórico. Ayer sacó lo que se podía sacar de cada uno de sus toros e incluso fue más allá y sacó lo que nadie pensó que se podía sacar del cuarto de la tarde al que toreó a cámara lenta, en una faena a más que se fue ralentizando y ganando en ajuste con varias claves que a la postre serían definitivas, no dudarle y aguantarle unas probaturas -aquello de que te miro, que voy pero no voy- en las que dejó impasible que los pitones le entreabriesen la chaquetilla. Le concedieron una oreja, que en realidad no fue concesión sino ganancia de ley, que a mi modo de ver debieron ser dos porque se las ganó y porque en la comparativa con días anteriores resulta una flagrante injusticia o la repetición del agravio en el que esta misma feria se sometió a Ureña. No digo que sea aposta ni por jorobar, pero siempre, siempre, el fiel de la balanza se inclina hacia lo fácil. Será eso, será casualidad, será lo que sea, aunque no sea consuelo.

También hubo una decepción, la corrida de Victorino, no porque fuese la peor de las peores, no, sino porque de los toros de Victorino se espera más, están obligados a más. Su leyenda está marcada y hay que mantenerla viva a riesgo de que deje ser leyenda y se convierta en cuentos del viejo mayoral. Victorino significa interés, serias dificultades y/o embestidas de categoría (naturalmente por abajo); también se les pide poderío, listeza, deben ser muy buenos o muy malos, en la finca de Las Tiesas no puede habitar la mediocridad y ayer se le escaparon unos cuantos que traicionaban el espíritu Victorino. A la corrida le faltó poderes y también espectacularidad, rematar las pocas cosas buenas que apuntaron en algún momento y/o sacar más a la vista el peligro que tuvo alguno. Tampoco la presentación fue la mejor por desigual y feota.

El detalle del jamelgo

Sucedió en una tarde grisácea, cárdena a juego con los victorinos; con cierto alivio de la temperatura ambiente respecto a las vísperas; con media entrada en los tendidos que no mejoraba (lamentablemente) los pronósticos iniciales; la anécdota, nada propia en plaza de primera categoría, sucedió cuando saltó al ruedo el toro quinto y las cuadrillas dudaron durante varios minutos si era el que correspondía salir o si se había equivocado el torilero, en realidad una falsa alarma porque después de mucho comprobar libretas y apuntes se dio por bueno y Ureña, al que habían apartado de la cara del toro, volvió a la arena, diría que para nada porque el deseado fue toro vacío y deslucido; y sin salirnos del territorio de la anécdota pero sí del bien parecer sería altamente recomendable que para los próximos festejos se buscase caballos más vistosos en lugar de los arenques recosidos con los que se ha encabezado a diario el paseo de las cuadrillas. Nunca vi en el teatro de la Ópera ni en Ciudad de las Ciencias ni en un concierto de estrellas, un presentador andrajoso y en este caso, en la plaza de la tercera capital, el jumento en cuestión era una ruina. Son detalles que hacen chabacano lo que es grande.

Ureña no pudo repetir el éxito de su primera actuación. No es que no quisiese es que no tuvo toros: su primero fue un antivictorino claudicante y así es difícil que le den importancia a lo que se le haga por bien hecho que esté: su segundo fue un toro dormido y deslucido; y el tercero que fue el del lío de si es mío o tuyo, embistió a media altura y sin clase alguna. Con ese material anduvo dispuesto, insistente, diría que demasiado intentando superar la desilusión que provocaba el suceder de la tarde. Lo más lucido lo consiguió sobre la mano zurda en su primero y partir de ahí la decepción por el desenlace de una feria que había comenzado a gran altura en su primera comparecencia y no podía tener continuidad.

Luque poderoso

Luque arrancó su actuación saliéndose de capa hacia las afueras con su primer victorino, en un toreo de ordeno y mando que remató en los medios echándose el toro al costado en magnífica media. Ese mismo toro se le quedó en las zapatillas cuando arrancó la faena en los terrenos de dentro y fue otro cuando con buen ojo, ojo de buen lidiador, se lo sacó al tercio. Luego, cuando el trasteo debió coger vuelo faltó toro. La faena del triunfo llegó en el cuarto. Se había quedado corto de salida, en ese aspecto muy victorino pero una vez picado se asentó el toro y el resto corrió a cargo de la técnica lidiadora del diestro de Gerena, que lo toreó muy firme, sobre las dos manos. Le consintió todo lo que había que consentir para desengañarlo y sobre todo la tanda zurda final fue de alta categoría. Exhibición, en lugar de luquecinas, naturales. ¡Oooh! Insisto, la oreja fue poco premio para tantas virtudes. Y al sexto que se arrancó de largo al picador le faltó verdad incluso en la espectacularidad de ese tercio como acabó demostrándose en la faena de muleta. No había toro ni mucho menos casta victorino y Luque trató de compensar metiéndose entre los pitones: Objetivo imposible por esta vez.

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