15 de abril de 2011
Por Alberto AguilarPor Alberto Aguilar

De campo entre Jerez y Huelva

Alberto Aguilar
martes 19 de abril de 2011

El miércoles tenía doble jornada de tentadero. Por la mañana iba a lo de Cuvillo y por la tarde a Fuente Ymbro. El viento de Levante, que soplaba con mucha fuerza, impidió que pudiésemos tentar en El Grullo, así que nos fuimos para Jerez… Allí, en el centro de la ciudad, hay un bar muy peculiar, “La Gitanería”, que está en pleno Barrio de Santiago. Tomamos una cañita y respiramos arte por todas partes: había fotos de toreros, cantaores y se notaba que los grandes ídolos eran Rafael de Paula y José Mercé. Por cierto, vaya dos grandes… Aún recuerdo lo que le dijo un gitano a otro con mucha guasa: Quillo, ese tiene la cara como una chapa de Cruzcampo aplastá. Hay que tener mucho arte -y mucha mala leche- para decir eso de alguien, pero me resultó cumbre escucharlo, ¡jaja! Después de aquello fuimos a casa de mi tercero, Lucas Benítez, y preparamos un poco de pluma ibérica, que es carne de cerdo cortadita en filetes pequeños que se hace a la plancha y es muy jugosa. Luego tomamos un cafelito en San José del Valle y nos fuimos a tentar a Los Romerales. Echamos cinco vacas, cuatro para mí y una, que curiosamente fue la mejor y la más bonita, para el ganadero, Ricardo Gallardo. No veáis cómo está de delgado el tío. Eso sí, toreando, tal y como fue la vaca de buena, si tuviera que ponerle nota, le suspendía… Y lo digo con toda la buena fe del mundo y sin querer mosquearle… ¡jaja! Toreó también -y qué gusto me dio reencontrarme con él después de aquel invierno que pasé a su lado en Sanlúcar- Diego Robles, buen torero y mejor persona. Yo estuve muy a gusto con mi cuarta vaca, que sacó una nobleza extraordinaria y me dejó hacerle ‘cositas’. Ya de vuelta a casa, tras ducharnos volvimos a meternos Lucas y yo en la cocina para preparar, esta vez, una sopita y un plato de pescaítos fritos. Se me da bien eso de meterme entre fogones. La verdad es que soy bastante cocinillas… Ahora os estoy escribiendo desde casa, desde Madrid. Llegué esta mañana a las 5 de la madrugada de Trigueros (Huelva), porque ayer estuve tentando en casa de Fernando Cuadri y cenando y hablando de toros después se nos hicieron las 12 de la noche. Hay que ver qué buen conversador es Fernando y qué memoria tiene para todo el mayoral de la ganadería, José Escobar. Del tentadero de la tarde me impresionó lo grandes que eran las vacas. Eran eralas pero por hechuras -altas, fuertes, con muchos pechos- parecían utreras. Además, embestían como machos y todas mantuvieron un enorme interés. No regalaron nada y fue uno de esos tentaderos que disfrutas porque sabes que está sirviendo de verdad de cara a tu preparación. La última vaca fue tremendamente difícil. De hecho, el ganadero me confesó en la cena que pensaba que no iba a poder darle ni un pase, pero aún se tragó un par de series por el pitón izquierdo. En cambio, la tercera sacó una profundidad sensacional. Con esa me habría gustado que me hubieran hecho alguna foto toreando, pero allí, viendo lo astifinas y exigentes que eran las vacas, nadie se atrevía a coger una cámara y todo el mundo tenía un capote en las manos por si acaso…

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