TAL DÍA ESTA SEMANA... 8 DE FEBRERO DE 2009

De Enrique Ponce es el trono de la Plaza México

Alfonso Ávila
miércoles 07 de febrero de 2024
El maestro de Chiva corta dos orejas y rabo, y enloquece a una Monumental que se rinde a su toreo

Enrique Ponce regresó a la monumental Plaza México envuelto de una gran expectación después de su última gran comparecencia en la capital el año 2006, cuando cortó seis orejas y un rabo en dos tardes. Se palpó el ambientazo en los tendidos, que registraron una gran entrada, más de 35.000 espectadores, y eso que la corrida era televisada para todo el país.

La ovación que le tributaron cuando salió al ruedo y después al sacarlo a saludar tras terminar el paseíllo no fue nada comparada a la que cuando terminó en los medios de la plaza después de torear a su primero, al que le cortó las dos orejas y el rabo, su segundo rabo y el número 121 en la historia de esta plaza, y que tanto anhelaba Ponce. Como efeméride curiosa para las estadísticas del diestro de Chiva, ésta fue su corrida número 1.900 de su dilatada carrera.

Tal y como relató Guillermo Leal para Aplausos: “Ponce terminó por cuajar una faena a un extraordinario toro de San José de nombre Notario, con el cual ejecutó muletazos templadísimos, larguísimos en redondo… destacando los cambios de manos que fueron una dulzura”. Lucas Pérez lo contaba así en el diario El Mundo: “Ponce consintió al toro para hacerlo embestir al ralentí y completar así series por ambas manos de gran magisterio que pusieron pronto en pie a los tendidos. Ponce soñó el toreo verdadero abandonando su cuerpo en muletazos infinitos con un desmayo y una belleza estética fuera de lo común. Con la plaza enloquecida, el valenciano enlazó con la rodilla flexionada varios circulares inspiradísimos que terminaron por convertir a la plaza en un auténtico manicomio. Un estoconazo fue el colofón perfecto de una obra de arte para la que se solicitaron y concedieron los máximos trofeos”.

Fue una de sus mejores faenas en la Plaza México y por ello el público, después de que el juez hubiese concedido las dos orejas, exigió el rabo mientras que al toro se le concedió el arrastre lento. Con su segundo, un toro áspero Y de corto recorrido, se mostró valiente y voluntarioso, en una faena al hilo de las tablas.

Lo mejor de Arturo Macías se vio en el quinto toro. El de Aguascalientes “logró una faena pulcra y muy variada en la que el valor y el temple, pero sobre todo la quietud, fueron la base. Una faena en los medios que valía las dos orejas. Cuando lo remató de un estoconazo, el público solicitó los apéndices pero el juez, precipitadamente, le concedió el rabo y lo que pudo ser un triunfo contundente, terminó en un abucheo fenomenal del cual no tenía culpa Macías”.

Joselito Adame, que confirmó su alternativa, “realizó una faena variada de capote y muleta a su primero, y después de un pinchazo y un estoconazo recibió una merecidísima oreja. Pudo cortar otro apéndice de su segundo, pero el palco la denegó, y hubo una gran bronca a cargo del respetable”.

Al finalizar la corrida, un exultante Enrique Ponce declaraba: “Esto no lo podía ni soñar. ¡Qué bonito es esto! Esto es el toreo, esto es sentirse torero. He vuelto a vivir otra tarde de sentimientos indescriptibles en esta plaza. El toro ha ido entrando poco a poco, lo he ido haciendo, a cámara lenta. Tardaba un poquito en arrancar y yo lo he acariciado, el toro no se ha dolido y ha empezado a embestir cada vez mejor. Ha sido una faena en la que me he abandonado, he podido torear despacio y me he gustado”.

Se lidiaron seis toros de San José, bien presentados y de buen juego en general, salvo el tercero y el cuarto. Los toros lidiados en segundo y quinto lugar fueron premiados con el arrastre lento. Enrique Ponce (dos orejas y rabo, y ovación con saludos), Arturo Macías (ovación con saludos y dos orejas y rabo protestado) y Joselito Adame (oreja y vuelta tras petición de oreja).

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