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De locos y cuerdos

De pronto surgió una lluvia de carteles próximos. Volvía a latir el Avance de Carteles. Mérida, Huelva, Herrera, Ávila, Plasencia… como si se hubiese impuesto la cordura taurina o al contrario, como si el planeta toro y su gente se hubiese vuelto loco y comenzaron a cuajarse carteles. O todo a la vez, locos y cuerdos; también, que no falte de nada, de altruistas y cazadores de oportunidad. Era/es un ejercicio de cordura porque es evidente que la temporada y el futuro necesita toros y hay que dárselos; y se puede valorar como locura porque a estas alturas hay tantas incógnitas flotando en el aire que organizar toros es más locura que nunca. Las medidas sanitarias que rigen en las distintas administraciones autonómicas ni son claras ni concuerdan entre sí, de tal manera que te engatusan con un porcentaje de aforo ¡hasta 50 o 75 por ciento! dicen y todo seguido te estrangulan con la letra pequeña de las distancias o con un tope ¡hasta ochocientas personas, hasta mil…! que lo hace imposible en clara afrenta, puta contradicción, con otros espectáculos semejantes. Pues aún así.

Te engatusan con un porcentaje de aforo ¡hasta 50 o 75 por ciento! dicen y todo seguido te estrangulan con la letra pequeña de las distancias o con un tope. Puta contradicción

Abriendo la semana de pronto parecieron no importar tantas trabas, ni tanta indefinición, ni tantos puntos negros y un grupo de empresarios y toreros dieron el paso adelante, el tranco que va de las buenas intenciones a la realidad y volvimos a sentirnos vivos. Por cierto, una vez más siguiendo el ADN del toreo fue una acción nada coordinada ni colectiva, cada uno por su cuenta, en lugar de un vamos fue un voy, voy, voy… Es lo nuestro. Bienvenido el arranque en cualquier caso. Pese a ese flashazo de felicidad no hay que dejar de reivindicar nuestros derechos –lo que le están haciendo con los subsidios a los toreros es una ignominia- ni hay que dejar de quejarse ni mucho menos de hacer las cosas bien hechas para que la excepcionalidad en la que habitamos se aproxime a la normalidad y la obsolencia de la que se nos acusa -su parte de razón tienen- se convierta en vigencia.

Lo que se haga en estos momentos son los cimientos del futuro y la desconexión del público se puede producir por falta de oferta pero también por una mala oferta

Lo importante es dar toros -una parte básica del pasaporte vital del toreo en el siglo XXI es la tradición y si empezamos a cortocircuitar la tradición nos estamos desnudando- pero tan importante como eso es darlos bien. Es fundamental que la excepcionalidad del momento no se convierta en una gatera por la que colar espectáculos ramplones; ni debemos permitir que las urgencias precipiten una exhibición de nuestras carencias: lo que se haga en estos momentos son los cimientos del futuro y la desconexión del público se puede producir por falta de oferta pero también por una mala oferta.

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De locos y cuerdos

José Luis Benlloch

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