Me gusta menos Vargas Llosa que Isabel y Gabriel. Creo que al reciente Nobel le sucede lo mismo. Entre los tres grandes me quedo primero con García Márquez, luego con Isabel Allende y luego con don Mario, tripleta atacante del llamado Realismo Mágico, que no era otra cosa que literatura cumbre. El Realismo Mágico de estos tres magníficos es lo más parecido al toreo. Es más, siempre he creído que para narrar el toreo real o novelado o poetizado o histórico, habría que tener el talento que parieron tres obras inigualables de estos escritores, enumeradas en decreciente apego a este realismo de la magia: “Crónica de una Muerte Anunciada”, “La Casa de los Espíritus” y “La tía Julia y el Escribidor”. Dirán algunos, tres libros de cabecera, y yo digo tres libros para llevar en la cabeza y en el corazón. Como el toreo.
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