Una mujer enamorada insistirá siempre en las bondades del hombre a quien rinde ese culto. No importa qué tenga, cómo sea, incluso, tantas veces, no importa qué haga. Es amado. El amor es, ciertamente ciego, en el sentido que ve lo que desea ver. Insistirle a una mujer enamorada sobre las lagunas del hombre a quien ama es estéril, es de una inutilidad tan palmaria que hace menos inteligente a quien trata de revelarle que su hombre es un falsario o un maltratado que a la mujer que ama a ese hombre. Porque ella vive con su ceguera sentimental y quien la aconseja ha de elegir otro camino más sutil para desvelarle el fraude. Eso nos ha pasado.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1986
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1986 para iPad
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1986 para Android
Acceda a la versión completa del contenido
De vez en cuando, Picasso
El hierro que perteneció a Francisco Rivera “Paquirri”, con el que el llorado diestro inició…
Se dio la corrida Villista de la Revolución en la plaza de toros “Alberto Balderas”…
La terna, por encima de los toros de Villa Carmela que ayudaron bien poco a…
Los mozos de espada de la Comunidad de Madrid han celebrado este sábado en la…
Pasadas las dos de la tarde, en un frío y escueto comunicado, la Real Maestranza…
Tras su estreno en Sevilla, la Peña Francisco Montes “Paquiro” de Chiclana ha presentado el…