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De Villena a Ondara, el gustazo de dos rescates

En el mundo del toro hay sensación de reconquista. No es una guerra ganada, se impone el realismo, pero sí una gran satisfacción. El toreo resiste y avanza ante el abolicionismo. Dos plazas de toros alicantinas, Villena y Ondara, vuelven a abrir sus puertas a los festejos taurinos de lidia ordinaria este fin de semana. Sucede después de estar varios años secuestradas por las autoridades locales que hicieron causa común con las corrientes animalistas y el resto de los abolicionistas para lo que no tuvieron empacho en retorcer la normativa y conculcar los derechos de todo un sector que incluye aficionados, empresarios, toreros y ganaderos. No les frenó en su sectarismo ni siquiera el blindaje constitucional de la tauromaquia. La reapertura del coso de Villena ha contado con la presencia de las primeras figuras del toreo, Manzanares y Roca Rey, que le han otorgado la alternativa al alicantino Alfredo Bernabéu, mientras que el de Ondara será escenario hoy domingo de una de las semifinales del Circuito de Novilladas de la Comunidad Valenciana que respalda la consellería de Cultura.

Ambas plazas tienen una larga tradición y han sido escenario de importantes gestas toreras. El coso original de Villena fue inaugurado en 1924. Años después, por un grave deterioro arquitectónico, permaneció cerrado hasta que en marzo de 2011, tras una profunda reforma atendiendo al anhelo de la gran mayoría de villleneros, se reinauguró convertido en un recinto multiusos con capacidad para 3.500 espectadores y una gran funcionalidad. Su última apertura a los festejos taurinos data de 2019, tarde en la que actuó José María Manzanares, desde entonces y pese a los esfuerzos y reivindicaciones de los aficionados y profesionales del toreo se impuso la política sectaria del ayuntamiento y permaneció vetada a los toros.

Por Ondara, que se inauguró en 1911, desfilaron igual que por Villena los más afamados diestros. Conocida como la Joya Levantina, sufrió los rigores de la Guerra Civil, tiempo en el que aprovecharon sus materiales para las necesidades que provocaba la contienda. Fue reconstruida y reinaugurada en 1957. Alcanzó fama por ser trampolín de nuevos valores, como Palomo Linares, Jorge Herrera, Espartaco, Litri, Camino, Aparicio y por los festivales que se organizaban en favor del hospital de Fontilles. En la actualidad daba cabida a diversas manifestaciones lúdicas, incluidos festejos de vaquillas e incluso boxeo. El festejo que nos ocupa de lidia formal lo autorizó el ayuntamiento por imperativo legal según aseguró el propio alcalde, detalle que confirma el carácter subjetivo de la negativa a que diesen toros estos años obviando los derechos de los aficionados sin más argumento ni red jurídica que su voluntad.

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De Villena a Ondara, el gustazo de dos rescates

José Luis Benlloch

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