Categorías: Opinión

Dos oles para Cultura

Un acierto lo de Ojeda y otro no menor lo de Ángel Peralta. A seguir por ese camino señor Wert. Y conste que cuando la pifie también se lo diremos.

Dos olés para el Ministerio de Cultura. Esta vez sí, porque se los merece. El Premio Nacional de la Tauromaquia, difícilmente será adjudicado con tanta justicia en el futuro como el concedido este año a Paco Ojeda. Desde que el de Sanlúcar se puso en el sitio que se puso frente a los toros, todo el que ha querido ser figura cumbre indiscutible se ha tenido que colocar allí. Además a Ojeda la ha llegado el reconocimiento oficial -el de la afición y el de sus compañeros ya lo tenía- en un momento en que todos los honores saben a gloria. Ya alejado de la vanidad del éxito y de la tensión de la búsqueda constante del triunfo, el Premio Nacional significa para el gran torero entrar en la historia del toreo por la puerta grande. Nadie se lo va a discutir, porque desde que Pedro Martínez “Pedrés”, siguiendo la pincelada inicial del portugués Manolo Dos Santos, lo descubrió, ningún torero había osado profundizar en ese terreno para perfeccionarlo como lo hizo Paco Ojeda, que se adueñó de él por derecho propio. Hasta el punto de que cuando un torero nuevo se sitúa en esas cercanías, alguien exclama siempre en el tendido: “¡Está en el terreno de Ojeda!” Enhorabuena al torero y sobre todo al amigo.

En cuanto a la Medalla de Oro de las Bellas Artes; ¿Alguien duda de que D. Ángel Peralta fue el creador del moderno arte de Marialba? Ha habido grandes rejoneadores desde Cañero a Pablo Hermoso de Mendoza, pasando por don Álvaro y Alvarito Domecq, Samuel Lupi, Joao Moura y muchos otros que harían la lista demasiado larga, pero el que le dio carácter de espectáculo al toreo a la jineta fue el centauro de la Puebla del Río. Con él, el rejoneo comenzó a contar en la programación de los carteles de las ferias más importantes de España y de todo el Universo Taurino, hasta llegar a la época actual en la que los caballistas reciben un tratamiento económico y de respeto por parte de las empresas, muy similar al de los matadores de toros. “El numerito del caballo”, con Peralta pasó a formar parte consustancial de la seriedad de las corridas de toros. Un acierto lo de Ojeda y otro no menor lo de Ángel Peralta. A seguir por ese camino señor Wert. Y conste que cuando la pifie también se lo diremos.

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Dos oles para Cultura

Paco Mora

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