Opinión

El 2021 tiene la palabra

Pablo Lozano no era únicamente un buen torero. Que también; ahí está una carrera larga y limpia, con el oficio bien aprendido y la personalidad y la sequedad admirable de un castellano en todo el sentido de serlo, y su influencia en su toreo. Pablo fue un banderín del toreo con más hondura, temple, valor sereno y conocimiento de lo habitual. Pero hay algo más que su carrera, que fue ejemplarmente positiva. Ese “algo más” marca su esencia y personalidad. Pocos, por no decir ninguno, como él a la hora de descubrir qué necesitaba, o qué le sobraba, a cada aspirante a figura. Y ahí fue un maestro que supo cómo pulir a toreros con posibilidades.

Las palabras de Juan Antonio Ruiz “Espartaco” marcaban esta grandeza y misterio de “La muleta de Castilla”. Dijo Juan: “Sin don Pablo yo no hubiera sido nada en el toreo, él me corrigió lo malo y me multiplicó lo bueno. Él fue mi luz, mi guía, freno y templanza”. Lo dijo en la SER el pasado domingo. Y lo dijo con el corazón abierto. Pero hay más casos. Perfeccionó y sacó lo mejor de lo que llevaban dentro a muchos: a Emilio Muñoz, a Manuel Caballero, al propio Manuel Benítez y los años de la guerrilla. Mención especial a Palomo Linares, obra y milagro en la casa Lozano. Y tantos más desde aquel gran invento en la plaza de Vistalegre donde llegaron miles de soñadores y cuajaron algunos. Pablo o don Pablo le llamaban casi todos (rara vez un matador de toros recibe esa distinción).

Yo creo que posiblemente haya sido el mejor taurino, el mejor ojeador y el que sabía lo que tenía que hacer. Hasta con un grande como José María Manzanares padre. Por su talento pasaron muchos toreros. Y él fue, en su sequedad propia del secano de Toledo, el motor junto a José Luis (otro taurino de altura) y Eduardo, para la larga aventura de Colombia donde, entre otras cosas y plazas, daban hasta dieciocho espectáculos cada año en la Santamaría de Bogotá. Por eso no solo se ha ido un Lozano, se ha ido uno de los mejores “maestros en la enseñanza, en la poda y en el cuajo” de tantos toreros importantes que pasaron por sus manos. Los hubo que torearon mejor que él; pero ninguno tenía la visión de cada torero como Pablo. La entrevista que hemos repetido en la SER es la biblia del toreo y encima con buen humor y capacidad de expresión.

El año ha sido horrible. Pese al esfuerzo de los que lograron que el año no acabara en cero. Gracias por mantener ese hilo de agua fresca. Pero hace falta más. El año próximo no puede ser como el vivido. O se va al garete o a hacer puñetas la Fiesta. Francia anuncia que dará toros, pero también que bajará costes y gastos. Que no habrá jamón para todos. Aquí tenemos que hacer un gran esfuerzo. Todos. Toreros también. Y se recortarán los gastos. Pero como también recortemos las emociones, dos años en blanco sería una estocada en todo lo alto del mañana de la Fiesta. O la levantamos o la enterramos. 2021 tiene la palabra.

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El 2021 tiene la palabra

Manolo Molés

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