FERIA DE ANIVERSARIO

El apoteósico adiós del consentido Ponce en la México

Héctor Juárez Cedillo
jueves 06 de febrero de 2025
El valenciano puso punto final a su brillante carrera en la tauromaquia con un triunfo de dos orejas y salida a hombros de la monumental

Era el día de su despedida de los ruedos. La fecha estrella del calendario taurino americano: 5 de febrero. El aniversario 79 de su plaza, La México. El ruedo tenía una leyenda que decía: "Enrique Ponce, Plaza México, hasta siempre". Mientras que los círculos concéntricos del ruedo tenían los colores de la bandera azteca: verde y rojo. La expectación al máximo, la reventa por los cielos y más de 28.000 almas atestiguaron el adiós de uno de los matadores españoles que marcaron toda una época en la historia del toreo. Y en tierra azteca fue siempre el consentido

Enrique Ponce tiene un lugar especial en el corazón taurino mexicano junto a sus compatriotas Manuel Rodríguez "Manolete", Paco Camino, Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", José Tomás, Julián López "El Juli" y Pablo Hermoso de Mendoza. Todos ellos fueron, son y serán los verdaderos ídolos de este lado del charco.

El valenciano se presentó en el coso de Insurgentes para confirmar su alternativa el ya lejano 13 de diciembre de 1992, de manos de Guillermo Capetillo y David Silveti. El toro fue Nevado de La Venta del Refugio, un burel que le propinó una cornada en el muslo derecho. Su bautismo de sangre fue la conexión con esta afición que lo acogió como suyo; como un paisano más. Y tras cincuenta paseíllos en este inmueble de la Colonia de la Ciudad de los Deportes -ningún torero español tiene más tardes en este ruedo-, Ponce no se podía ir sin triunfar por última vez.

Para la despedida eligió un terno blanco y oro con remates en negro. La misma tonalidad con la que se hizo matador de toros el 16 de marzo de 1990, en su natal Valencia. El mismo vestido que estrenó para su apoteósico adiós a su tierra valenciana. Miles de papelitos cayeron sobre la humanidad del maestro durante el paseíllo. El emblemático ¡olé! tras los primeros compases de Cielo Andaluz fueron el prólogo de una tarde que iba a tener drama y triunfo a la vez.

Por un lado, el drama. Sus dos toros de la dehesa de Los Encinos fueron unos inválidos; débiles y descastados. Bajo este escenario, y la gente pidiendo un toro de regalo, lograron que Enrique Ponce anunciara un toro más.

El último astado en la vida del valenciano se llamó Indiano, número 29, de 505 kilos, también de Los Encinos. Feo de hechuras y de tipo -por eso no fue sorteado y quedó como sobrero-. Protestado de salida también, pero Ponce, con esas manos y su capote de terciopelo, callaron los silbidos con lances a la verónica del tercio a los medios. Y durante el brindis, nuevamente el drama. Apareció un espontáneo, un novillero colombiano, que pidió una oportunidad para torear en La México. Sin que su cuadrilla pueda quitarle el toro, le pegó cuatro naturales, entre la rechifla y los olés de los villamelones.

Finalmente, Ponce se puso delante del último toro de su vida y pese a que no tuvo ni calidad ni raza en sus embestidas, por lo menos no rodó por la arena y pudo permitir al maestro torear con temple y maestría por ambos pitones bajo las notas de Las golondrinas (esa canción tan mexicana del compositor Narciso Serradell que se interpreta en las despedidas-. La estocada no fue perfecta, pero eso poco importó. Ponce cortó las dos orejas. Las últimas peludas de su brillante trayectoria.

Durante la vuelta al ruedo apareció un mariachi para entonar El Rey, Cielito Lindo, México Lindo y Querido, interpretadas por el famoso cantante mexicano Pepe Aguilar, mientras las luces se fueron apagando y los rayos láser dibujaban nuevamente la leyenda: "Enrique Ponce, Plaza México, hasta siempre".

SUS COMPAÑEROS

Y así como en la primera corrida de Ponce en La México hubo un compañero de cartel con apellido Silveti, en el caso del Rey David. Ahora fue su hijo Diego quien estuvo en este final.

Este Silveti cortó dos apéndices, gracias a que entendió las débiles embestidas del tercero de la tarde, el primero de su lote de Los Encinos. Con el que estuvo firme y toreando a media altura para que el burel no rodara por la arena. Construyó una faena de menos a más para cortar dos orejas, que otorgó el fácil juez de plaza, Enrique Braun. En su segundo, poco pudo hacer ante un inválido.

Alejandro Adame, el más pequeño de esta dinastía de Aguascalientes, los también matadores de toros Joselito y Luis David, cargó con la responsabilidad de abrir el festejo, pues confirmó su alternativa con el toro Farruco. Uno de los pocos astados que se dejó meter mano -sin ser una maravilla- y que tampoco rodó por su debilidad. Le arrancó una oreja por un trasteo por ambas manos. Toreó con temple y gustándose. Con el sexto del festejo, el joven poco pudo hacer y fue silenciado.

La salida a hombros fue apoteósica. Miles y miles de personas se agolparon en la puerta principal para presenciar a Enrique Ponce y Diego Silveti a hombros. El valenciano, agradecido y sonriente. Terminó en el vehículo de la policía para poder "escapar" hacia el hotel.

Ahora sí, la Plaza México se quedó sin su consentido.

¡Hasta siempre, Enrique Ponce!

México D.F. (México), lunes 5 de febrero de 2025. Quinta corrida de la Feria de Aniversario. Toros de Los Encinos, desiguales de presentación, muy débiles y descastados en general. Los mejores, primero, tercero y séptimo, pitado de salida por su falta de trapío. Enrique Ponce, silencio, ovación con saludos y dos orejas en el toro de regalo; Diego Silveti, dos orejas y silencio; Alejandro Adame, oreja y silencio. Entrada: Casi tres cuartos de aforo (28.000 espectadores). Saludaron en banderillas Fernardo García hijo y Héctor García, en el toro de regalo. El banderillero Fernando García se despidió de los ruedos. Dos espontáneos se tiraron al ruedo: Enrique Reyes -sin torear- previo a salir el tercero del festejo; y el colombiano Maicol Ramírez, quien sí toreó al natural -en el último toro de la vida profesional de Enrique Ponce-. Francisco Dóddoli, presidente de la Asociación Nacional de Matadores, le entregó un reconocimiento al torero valenciano tras partir plaza. Se interpretó el Himno Nacional de México tras el pasodoble Cielo Andaluz.

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