Su primer contacto con los toros fue cuando tenía apenas diez años. Su padre solía llevarle a la vieja plaza de El Chofre junto a sus hermanos. Fue en ese tiempo cuando comenzó a interesarse y a aficionarse a la Tauromaquia, aunque asegura que no es ningún entendido.
Posteriormente, y a raíz de ir a las plazas con un grupo de amigos con mayores conocimientos sobre los toros que él, empezó a fraguar sus gustos y predilecciones. Sobre todo y por encima de todos, Antonio Ordóñez, su debilidad, y más tarde Curro Romero, por quien viajó a todas partes.