Manzanares. Un torero en caso de excepción. Esas dudas que a veces se tienen sobre los toreros que arrastran memorias a través de la genética y del apellido, son mera tendencia hispana. Nuestra querencia racial al no va a ser. Un año de traspiés o de dudas, y bastó para ratificar el no va ser de tal forma que se le dio por disipado. Una copia extraña del padre, no más. Con esta ansiedad que tenemos por hacer ver que nuestra opinión es infalible, expendemos certificados de defunción a los vivos con cierta alegría. Nos avala algo que juega a nuestro favor: la estadística. De cientos de toreros, con o sin apellido, los que cuajan en figura son apenas cuatro o tres. Acertar en el no siempre ha sido muy fácil. No exige inteligencia o visión alguna.
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