Pedro Gutiérrez Lorenzo "El Capea" puso punto final a su carrera como matador de toros en España en Guijuelo el pasado 15 de agosto. Una tarde cargada de emotividad en la que el diestro estuvo acompañado de familia, amigos y aficionados, y en la que cerró con un broche de oro su trayectoria. Apenas han transcurrido unos pocos días desde que terminó la tarde de su despedida pero las emociones para el torero charro siguen intactas. "Estoy con la resaca emocional por la cantidad de sensaciones y de sentimientos que viví tanto antes como durante y después de la corrida. Fueron momentos muy íntimos en los que uno llega a repasar su trayectoria taurina y eran, como digo, unos instantes que al mismo tiempo eran muy bonitos y duros".
-Una tarde cargada de momentos emotivos… ¿se queda con alguno de ellos de manera particular?
-No puedo quedarme solo con uno porque fueron muchos los momentos emotivos de la tarde. Vamos, te lo diría al revés, lo que no hubo fue ningún momento que no fuese emotivo. Todo fue muy bonito, especial y, en definitiva, una tarde diferente a las demás por todos los sentimientos que se reunieron. Era la última corrida de toros que voy a torear en España y en la que estaba toda mi gente: familia, amigos, seguidores, aficionados… y para mí fue una tarde muy especial e inmejorable.
-Una tarde que, además, se redondeó con un gran triunfo.
-Eran más importantes las emociones que el triunfo, pero hubo un momento, sobre todo cuando pinché al toro de Puerto de San Lorenzo, que fue un gran toro, donde me di cuenta que en esta tarde tan especial tenía que haber un triunfo. No sólo por mí, por redondear la despedida, sino por la gente que había venido a acompañarme y despedirme.
La faena a ese toro fue soñada, al igual que el toro, que fue extraordinario. Faltó haberle pegado una buena estocada, pero así es esta profesión y se me atravesó la espada… seguramente porque me pasé un poco de faena y ahí es cuando fui consciente de la necesidad del triunfo en esta fecha tan señalada.
-También hubo por su parte muestras de agradecimiento a lo largo de la tarde…
-También era un día para agradecer. En este caso, a Roberto Martín, alcalde de Guijuelo, y a José Ignacio Cascón, el empresario y mi apoderado. Les dije que no se lo brindaba por ser el alcalde y por ser mi apoderado, que lo hacía por ser mis amigos. Es curioso porque en estos momentos de mi carrera donde menos contratos estoy teniendo es cuando mejor estoy toreando y es cuando menos se me están abriendo las puertas de las plazas. Aquí, en Guijuelo, siempre he tenido las puertas abiertas, siempre me he sentido querido y quería tener ese detalle con estas dos personas, como amigos que son por el trato que me han dado.
-La ovación cuando terminó el paseíllo fue de las que te ponen un nudo en la garganta.
-Fue muy bonita, llena de cariño. A mí me llenó de satisfacción, de orgullo y para mí fue una motivación extra para la tarde que iba a afrontar. Era una tarde que no iba a ser fácil para mí. Como hemos hablado, estaba llena de momentos cargados de emotividad y eso nunca es sencillo.
Esa ovación, además de motivarme, también me ayudó mucho, incluso cuando la tarde se me puso un poco cuesta arriba. Iba ya por el cuarto toro y sólo había cortado una oreja y volver a sentir al público conmigo me recordó esa ovación y me echó para arriba.
-Y tanto que fue hacia arriba porque el final de la tarde con el toro de Carmen Lorenzo fue un cierre por todo lo alto.
-Sí, aunque es verdad que disfruté con muchos toros, no sólo con este. Es verdad que era un animal especial -el de Carmen Lorenzo- porque era el primero que lidiábamos de este semental y le teníamos mucha fe. Es verdad que estaba un poquito lastimado de una mano. Tenía una cornada antigua que, aunque estaba curada y el toro estaba bien, pues parece que algo la acusó en su comportamiento. Aun así, yo confiaba mucho en este toro y sacó una gran calidad. Lo pude torear muy despacio y de verdad te diría que es de las veces que más despacio he hecho el toreo en mi vida. Que esto haya sido en mi último toro, ha sido un gran regalo.
-Hablábamos al principio de cómo iban transcurriendo estas primeras horas tras el festejo y, profundizando un poco más, ¿cómo las está viviendo el torero y cómo las está viviendo el hombre?
El torero está muy triste, muy triste. Encima, habiendo disfrutado tanto como lo he hecho en esta última tarde, pues te pone las cosas aun más difíciles. El toro de El Freixo me permitió torear muy despacio, las faenas que ya hemos hablado al de Carmen Lorenzo y al de Puerto de San Lorenzo, sin olvidarme también del de casa… como he dicho ahora es cuando estoy toreando más despacio, más a gusto y ahora es cuando digo adiós… pues el torero está triste.
El hombre te diría que está satisfecho. Estoy contento por este punto final a mi carrera. Una trayectoria en la que he vivido momentos bonitos y momentos duros, como en la carrera de cualquier torero, pero ya es una etapa cumplida. Mi familia también está feliz porque son conscientes de que ese riesgo que se vive en esta profesión, pues ya no va a estar. La persona está feliz, pero el torero está muy triste.
-¿Mirando hacia atrás qué momentos buenos y malos destacaría?
-Voy a empezar por lo malo. Los peores momentos son cuando he sentido que me han hecho guarradas en tema de despachos con los contratos, con compañeros que no han querido torear conmigo o empresarios que te iban a contratar y no lo han hecho como venganza por alguna cosa que ellos tenían guardada… esos momentos para mí son los más duros. No han sido ni las cornadas ni los golpes, que gracias a Dios no han sido muchos, han sido esos detalles los que para mí han sido más duros en esta profesión.
Los momentos más bonitos son varios. Te diría, por ejemplo del comienzo de mi carrera, cuando tomé la alternativa porque fue el inicio del camino de mi sueño de querer ser torero. Después te diría, sin lugar a dudas, cuando he podido torear con mi padre, que ha sido siempre un sueño cumplido. Poder torear con la persona que más ha representado en mi vida, primero como padre y después como torero, ha sido un sueño.
Por último, otro que diría fue la oreja que pude cortar en Madrid. Una tarde en la que hubo cierta hostilidad del público hacia mí… yo creía que iba a ser algo imposible y lo logré. Para mí, ese momento fue maravilloso, aunque luego no tuviese ninguna repercusión en los despachos, pero como digo, en lo personal fue muy importante.
-Ahora ¿qué viene por delante en su vida?
Tengo la inmensa fortuna de tener en casa ganadería, la cual además llevamos toda la familia juntos y eso nos hace tener una unión familiar impresionante. Todos somos unos apasionados del toro, y cada vez que hay un tentadero, que lidiamos un toro, tenemos comentarios de la unidad familiar que nos ayudan a dar la línea que le estamos imprimiendo a la ganadería. Discutimos, cariñosamente, pero discutimos mis padres, mi hermana, todos, el porqué de una vaca, de este toro, de esta característica de este animal… pues hacer todo esto en familia es maravilloso. Tengo la suerte de poder disfrutar esto en casa y con mi familia.
-Ha dicho al comienzo de la entrevista que Guijuelo era su última corrida en España. ¿Deja abierta la puerta a algo más allá de nuestras fronteras?
-Gracias a Dios en México, donde me he sentido muchas veces más respetado y querido que en España, voy a poder torear. Digo esto de manera general y no particular porque hay sitos como Guijuelo o Béjar, entre otras localidades, donde sí que me he sentido muy querido. Me han llamado de cuatro o cinco sitios de México para que me despida de su público. Voy a torear allí. Me queda ese poquito y ya está.
-¿Después de una carrera tan larga, con tantos momentos buenos, con sus momentos malos también, si El Capea volviese a nacer volvería a ser torero?
-Mil veces que naciese volvería a ser torero. Aun con todas las trabas que he vivido, con los momentos no tan agradables que he tenido que afrontar… fíjate cómo habrán sido los momentos buenos y bonitos que no lo dudo ni medio segundo: El Capea volvería a ser torero.